MARCO ANTONIO MURILLO: “Ahora toda persona que presuma de ser poeta, que tenga líneas cortadas, libres a la fuerza, y escriba sobre los temas de moda, será poeta.”
CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"
Por Vìctor Coral.
-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... ¿de tenerla, cuál es la tuya?
Lo que me comentas es realmente importante, me recuerda un cuento de Rodolfo Hinostroza, "Memorandum", en él se habla de un concepto acuñado por Giordano Bruno, el lugar de la memoria. Pienso que toda obra literaria (y artística) tiene algún pequeño intento de recrear ese lugar de la memoria, por ello hay temas e imágenes que los escritores suelen repetir hasta el cansancio; son los demonios que los acompañan, pero también sus obsesiones por desentrañar algo que en el subconsciente no está claro. Paz, por ejemplo, tiene una predilección por la luz, el medio día, lo transparente; Eliseo Diego por las cosas pequeñas, la penumbra, lo rinconero. En mi caso, no me he detenido a pensar mucho en ello, pero sí hay una imagen que me obsesiona, un recuerdo que me viene desde un no sé dónde: estoy recostado en una hamaca, solo veo mis pies y un gran ventanal, de pronto, entra la claridad. Algunas veces, cuando escribo, me descubro pensando en esa imagen, aunque lo escrito no tenga nada que ver con ella.
-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.
Mi primer libro se llamó Muerte de Catulo. Su primer borrador tuvo la fortuna de ganar el Premio de Poesía Rosario Castellanos, que hasta hoy sigue otorgando la Universidad Autónoma de Yucatán. Luego de esto, lo trabajé un tiempo más hasta que una editorial independiente, La catársis literaria, se interesó en él y me lo publicó. No recuerdo al detalle el proceso de escritura, solo que en ese tiempo estaba leyendo mucho la poesía de Bonifaz Nuño, de Vicente Quirarte y a los clásicos romanos, entonces me atrapó el tema del epigrama y la poesía amorosa, y decidí hacer un libro de poemas con los elementos que iba descubriendo. Muerte de Catulo es, además, un libro que me va a acompañar toda la vida, de cuando en cuando escribo poemas que bien podrían ser parte de él, el último de ellos "Romana" lo escribí en 2018, y se lo regalé a mi novia el 14 de febrero de ese año. Puede ser consultado por aquí:
https://nortesur263565674.wordpress.com/2020/04/01/al-telefono-se-escuchaba-el-mar/?fbclid=IwAR1kly0-DH4YZXGzNjMLLqBFzAPfsgL_yywQtNyGV8LecYL_2oOew3PbU-I
-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?
EL premio de poesía es una de las varias formas existentes para hacer una "carrera poética", mas no la única, pues también se obtiene prestigio en la publicación de libros y en la asistencia a ciertos festivales literarios. En el caso de México, estos concursos deberían ser regulados: hay tanto premio que lo único que vale ya es el dinero que se ofrece. Con o sin trayectoria, todo escritor mexicano tiene al menos uno ganado. Además de ello, el sospechosismo de si esta vez se respetaron fielmente las bases, la mediocridad detentada por algunos libros premiados y la predilección por ciertos temas de "moda", le han restado la importancia que estos reconocimientos deberían tener. En mi caso, suelo participar en convocatorias: he ganado en algunas y perdido en otras. Pero lo que he aprendido de todo ello es que el libro de poesía no se debe hacer pensando solo en ganar, es decir, señir su tema, su forma y su longitud a los lineamientos, sino que primero sea terminado y después se busque algún concurso que se adecúe a sus características. De no hacerlo, se corre el riesgo de que el libro gane por cumplidor y pase por las manos de los lectores sin pena ni gloria.
-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?
Los tiempos han cambiado y el mundo está ya muy globalizado. Esto permite que hablemos de las influencias literarias, ya no en términos de una sola, sino muchas. En ese sentido, los artistas son más libres ahora que, por ejemplo, a principios de los 20s del siglo pasado en donde determinados escritores importantes se volvían canon y establecían su influencia a nivel global. Hoy cada autor construye sus influencias: he visto gente de mi edad enamorada de la poesía actual del centro de Europa y otras que le sonríen a los más nuevos poetas de China. Esto es muy enriquecedor. En mi caso, soy un poco más casero con mis lecturas, me quedo con la poesía sudamericana, Perú y Chile en particular y con la poesía del Caribe (Pedro Mir, Saint John Perse y Dereck Walcott). Pero también como poetas es necesario que obtengamos influencias de otros lados, no solo de la poesía y la literatura: allí está el cómic, los videojuegos, el cine, la astronomía y un sin fin de cosas, listas para decirnos algo necesario.
-Cuáles son los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?
Los nombres que más suenan son Francisco Hernández, Coral Bracho, David Huerta, Efraín Bartolomé, Elva Macías y Eduardo Lizalde. Ellos tienen libros importantes y necesarios para entender la poesía mexicana actual, pero quien me interesa más es José Luis Rivas. Su poesía consiste en una renovación del viejo tema del mar y su relación con el ser contemporáneo. Hay una amorosa valoración de la naturaleza en sus versos, que cada artista debería tener, más en estos tiempos en donde el planeta nos está pasando factura a todos. Rivas también es traductor, las versiones que ha realizado sobre la poesía de Dereck Walcott son de una belleza inusitada.
-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?
Son necesarias ahora, demasiado, para evitar que la poesía, la que escribimos de manera personal, se anquilose. Esto va de la mano con lo que comentaba más arriba, debemos influenciarnos de la poesía que nos gusta, pero más aún de las otras ramas del saber humano, pues siempre tienen algo qué aportarle al arte. Ahora bien, estas formas metaescriturales hay que tomarlas con la seriedad debida, utilizarlas no para presumir la innovación, sino porque eso que queremos decir en verdad lo necesita. De no ser así, se corre el riesgo de que nuestro experimento literario sea mera ocurrencia, sin aporte alguno. Al respecto, quiero mencionar dos libros: Purgatorio, de Raúl Zurita, y Antihumbolt de García Manríquez. El primero es muestra de cómo la poesía se hermana a la imagen de una manera propositiva: hay un precioso decir sin decir, el sufrimiento, la tragedia de la dictadura de Pinochet se entrevé en las imágenes visuales. Como en ese poema, "Las llanuras del dolor", que consiste en cinco grandes L (dos de ellas contienen la palabra Ali), que rematan con la frase "y dolor". Allí está el momento de la crucifixión de cristo, pero también la terrible expiación que estaba enfrentando el pueblo chileno. Por otro lado, la forma que tiene Antihumboldt, de Manríquez, es propositiva: el TLC se transcribe íntegramente, luego se desarticula cuando se subrayan ciertas partes de él y otras se opacan. Sin embargo, dicha desarticulación queda en experimento, pues no se ahonda en ella, no se le cuestiona realmente al TLC. El poeta debió llegar más lejos con su experimento, hasta las últimas consecuencias.
-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?
Ambos, poeta y crítica, deberían tener una relación estrecha. No se trata solo de ser críticos con la propia obra, eso es fácil, sino también serlo con el entorno, con lo que los colegas escriben, sin tener miedo a quedar mal. La crítica literaria, que en el caso mexicano en algún tiempo fue vigorosa, ahora se ha reducido al lugar común del elogio. Esto, creo yo, se debe a dos factores: que la reseña (en periódicos y revistas) ya no es utilizada como medio para recomendar o no un libro, y que vivimos en un mundo políticamente correcto, donde el quedar bien es moneda de cambio. Luego, también es necesaria la crítica hacia la tradición literaria. Hace unos meses unos compañeros de Facebook estaban planteándose el siguiente hipotético libro: Borges innecesario. Aquel es un ejercicio crítico valioso, sincero: preguntarse qué es realmente lo importante que tiene Borges (que nos sirva a nuestra actualidad) y que no. Dicho ejercicio deberíamos emprenderlo en cualquier escritor canónico. Ello, a mi parecer, no le quitará méritos al escritor, sino que nos dará una perspectiva más sincera de su obra, y cómo no, tal vez así veamos a Sor Juana, a Shakespeare, a Szymborska como lo que eran, seres humanos que escribieron lo que pudieron en un momento determinado de la historia.
-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir de nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?
Definitivamente, internet y las redes sociales han impactado la manera en que nos llega la poesía. Ello propició, entre otras cosas, la paulatina desaparición de las revistas impresas y los suplementos culturales de los periódicos. Antes, estos espacios eran la plaza pública de la comunidad literaria: sacabas tu crítica en una de ellas, otro autor la leía y en esa misma revista u otra te contestaba. Era la forma de dialogar de las letras. Ahora esto no existe, es, de alguna manera, más burdo: autores peleándose en las redes sociales o destrozando a alguien en su blog personal; ya no hay diálogo, solo monólogo. Esto también ha hecho que la crítica desaparezca, y, como no la hay o está casi extinta, no hay parámetros para "decir" qué es o no poesía. Ahora toda persona que presuma de ser poeta, que tenga líneas cortadas, libres a la fuerza, y escriba sobre los temas de moda, será poeta. Poco importa si el poema no cumple cabalmente con su propuesta de principio a fin, o si esta terminó siendo una simple ocurrencia; además, como no hay crítica, el lector perezoso hace su ejercicio pensando que, como ya fue publicado el texto (ya pasó por todos los filtros editoriales) debe ser muy bueno.
-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?
La lectura y la escritura no son actividades que las tenga rutinarias. Normalemente leo y escribo cuando tengo ganas de verdad, pueden pasar días sin que haga algunas de estas cosas. De mis lecturas puedo decir que trato que estas sean variadas, ahora me interesan dos temas: la astrofísica y el cómic, que son los temas de los dos libros en los que me hallo trabajando actualmente.
A veces sueño con San Antonio montado en una yegua nocturna
Marco Antonio Murillo.
1
Estas páginas aún en blanco exigen una paciencia de agua. Es la única moneda que requiere su maquinaria para abrirse en retablo. Tú que lees, practica el derecho de entrar o salir: imagina la nieve sobre una duna o el enfriamiento de tus huesos en un oasis. Tu alma, entonces, tendrá la longitud de tu fatiga, tu perdón la llaga de los descalzos. Demorado en el polen de un salmo, tú que lees, la primera noche apretará tus ojos y no sabrás que en el bolsillo tienes las llaves del día.
2
Soñé que la arena iba cubriendo los ojos de un santo, y en mi frente oponía su frente de madera despintada y en mi boca la paciencia de su letargo.
Fiebre del insomnio,
no sudes en vano.
Fiebre de la veladora,
acorta los minutos.
Me dijo, pero cuando oré nadie me escuchó, sentía áspera mi lengua.
3
Soñé que la arena al fin cubría los ojos del santo y se derramaba más allá de mi sueño hasta empolvar mi habitación. Mil grillos acusaban al santo y había infernales ruidos de trastes, mientras confesaba sus sombras ante la arena de un libro despeinado. Pronto entendí que se trataba de San Antonio. Su imagen miraba la ventana, su boca, con esos dientes de madera hinchada, parecía levantar la ciudad: calles, ríos que frotan sus orillas contra la amarilla música del amanecer.
4
San Antonio Abad, la arcilla de tus manos, ¿puede destilar la luz de una pepita de oro? Como tú, algún día tendré que dejarlo todo, la madera de mi casa, las uñas, mis párpados. Entonces, el desierto será como una largo oración, no se parecerá a la salida del sol en esta ciudad.
5
¿Nadie ha visto el desierto que inicia en el hábito de los santos? ¿Nadie los ha escuchado hablar? Mi palabra, parece decirme el santo, no es prosa ni poema, sino inscripción en tus manos, tus manos que son alas de muerta mariposa. Mi lengua no es salmo es espejismo al amanecer. Anoche escuchaste a una yegua galopar como un ruido de demonios de acero, los hombres se aferraban a su lomo para morir en santidad. La yegua se alejaba. Los hombres no escuchaban y confundían la noche con un mal sueño. Yeguas: animales fugitivos de negro paisaje, veloces lámparas y pezuñas de metal, animales largos, de bostezo ineludible.
6
San Antonio Abad, tu hábito no me mostrará la salida del desierto. Mis restos serán arrastrados hacia un estuario y mis ojos se sumergirán hasta apagarse contra la sombra del agua.
7
Amanece, ya no sueño, ni escucho palabra alguna, pero advierto que tal ausencia trajo el sonido de una campana. Si cayera, su repique devolvería toda el agua que le ha robado a la arena de esta ciudad. Abro las ventanas y miro hacia afuera: ¿Nadie ha orado para que sus muertos pasen los días fríos en la calle?
Campana para el sordo,
acalla tu música.
Campana del trotamundos,
cuenta tus pasos.
Pienso por última vez en el santo: a medio día las sombras pasarán a su lado, se arrodillarán y seguirán su camino más allá de esta habitación. Entonces, el sol caerá de nuevo. San Antonio Abad, hongo de la noche, cayado de la noche, cuando entre sueños escuches un balbuceo salir de mi boca, será para llamarte con un salmo desde la oscuridad de mis entrañas.
8
Lápida del desierto
Bajo esta piedra reposan
los restos de San Antonio,
en su vida fue tentado
por Dios y por el demonio.
El sueño se le desgrana
como lengua de leproso,
y sus huesos son la lumbre,
que arde en vano, sin responso.
Tú, que pasas y que lees,
rompe esta tumba, abre un foso
y comprueba que sus uñas
duermen sin hallar reposo.
.