CRISTÓBAL ZAPATA: “No estoy seguro si es una tragedia o una tragicomedia pero sin duda hay un superávit de poetas, cada vez hay más poetas que lectores.”
CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"
Por Vìctor Coral.
-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... ¿de tenerla, cuál es la tuya?
Es difícil ubicar con exactitud un momento iniciático. Ese quiebre, ese break puedo haber ocurrido en tu hipogeo secreto cuando menos lo sospechas. Recuerdo que una noche, cuando tenía 9 años, ponían en la radio The stranger, un tema de Billy Joel que estaba de moda y que había oído ya una veintena de ocasiones. Pero esa vez estoy solo en casa y me ocurre algo distinto: el largo y melancólico silbido de la apertura y del final de la canción me produce una especie de placer doloroso, un escalofrío íntimo, como si el silbido me atravesará el cuerpo. Creo que por primera vez experimento la soledad, o tengo conciencia no solo de que no hay nadie a mí alrededor sino de que soy solo. Y mientras dura el tema me imagino un hombre caminando por un callejón vacío, largo y oscuro. Visto retrospectivamente diría que vivo por primera vez un sentimiento de extrañamiento, de desarraigo, de otredad. Cuando termina la canción ya soy otro, o al menos sé que puedo ser otro.
-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.
Mi primer libro fue ante todo una aventura de la amistad. Tenía 24 años y apenas había publicado un par de poemas en un suplemento dominical. Un amigo artista, Patricio Palomeque, me propuso hacer un libro-objeto con un tiraje mínimo para coleccionistas. La idea era que yo escribiría un pequeño ciclo de poemas eróticos y Patricio ilustraría algunos de esos textos con serigrafías. Entonces, durante unos tres meses aproximadamente recopilé, reciclé, puse en forma algunos apuntes que tenía por allí, y escribí un puñado de textos. Nos quedó un libro muy grande, muy lindo como objeto artesanal, pues se imprimió con tipos móviles sobre cartulina y tenía una bellísima portada de tela. Un lujo para cualquier debutante. Fueron 30 ejemplares cuya impresión los financió esa hada suiza de las artes ecuatorianas que se llama Madeleine Hollaender. Lo más divertido es que cada copia se vendió a un precio exorbitante, de modo que nos sentimos millonarios durante algunos meses.
-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?
Aunque he participado unas cuatro ocasiones en certámenes literarios (siempre dentro del país) nunca me han interesado mayormente los concursos, primero porque me da una pereza infinita ponerme a buscar convocatorias, luego porque he perdido siempre, y sobre todo porque jamás me ha interesado hacer carrera literaria. Escribo por un impulso físico, corporal, sensorial, como una respuesta a mis emociones, a mis lecturas, por el mero placer erótico y catártico que me produce. Aunque soy un profesional de las letras (en tanto he vivido de escribir o de actividades vinculadas o asociadas a la escritura), me gusta más escribir que ser escritor como diría Chynthia Rimsky.
-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?
Hasta donde alcanzo a ver me parece que los más leídos actualmente (sobre todo por los poetas de 40 años hacia abajo) son los norteamericanos de la segunda mitad del siglo XX, John Ashbery a la cabeza, y algunos latinoamericanos ya icónicos: Alejandra Pizarnik, Blanca Varela, José Watanabe, Nicanor Parra, Raúl Zurita. Sin olvidar el magisterio intelectual de Eduardo Milán y Mario Montalbetti. Creería que esos son, hoy por hoy, algunos de los nombres más influentes.
-Cuáles son los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?
Esta es una cuestión muy delicada como cada vez que haces listas o antologías, peor si se trata de hablar de poetas vivos que son por principio más susceptibles que los muertos. Pero como el futuro es de los valientes aventuro algunos nombres: Iván Carvajal (por la consistencia de su poesía y por su aporte a la compresión de nuestra poesía), Javier Ponce (por su indagación en la historia y en la sociedad), Sonia Manzano (por la vehemencia socarrona y la irreverencia desmitificadora de su voz), Mario Campaña (por el espesor filosófico de sus textos), Roy Sigüenza (por la belleza heterodoxa de su poesía), Juan José Rodinás (por su sostenida exploración formal y conceptual). Y entre los más jóvenes destaco el trabajo de Mariuxi Balladares y Juan Romero Vinueza que no solo han publicado ya un par de libros notables sino que están muy bien equipados para el futuro. Pero no podríamos dibujar ni comprender el mapa de la poesía ecuatoriana sin ciertos poemas o poemarios que completan su forma y sentido. No se pueden olvidar algunos textos y/o libros de Julio Pazos, Alexis Naranjo, Ramiro Oviedo, Sara Vanegas, Catalina Sojos, Maritza Cino, Fernando Balseca, Edwin Madrid, Vicente Robalino, Jorge Martillo, Margarita Lasso, María Aveiga, Galo Torres, César Molina, Luis Carlos Mussó, Aleyda Quevedo, Pedro Gil, Alfonso Espinosa, Ernesto Carrión, César Eduardo Carrión, Luis Carlos Mussó, Carlos Luis Ortiz, Andrés Villalba, Santiago Vizcaíno, Ana Minga, Carla Badillo, y es probable que esté incurriendo en omisiones tan involuntarias como injustas. Una literatura, o la poesía de un país la hacen todos sus poetas, incluso los que podríamos considerar poetas menores.
¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc.?
No me interesan demasiado. Me atraen más los artistas visuales que operan con el lenguaje escrito, que usan la palabra o que incorporan la poesía como lo han hecho Cy Twombly, Robert Montgomery, o el gran Miguel Varea que acaba de partir.
-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?
Sin duda, el ojo del crítico o del lector informado (pues la crítica strictu sensu no suele ejercerse entre nosotros) es fundamental para afinar tu trabajo. Bastaría recordar lo que significó Pound para Eliot, o Gimferrer para Paz. Por lo demás, ese diálogo me parece uno de los momentos cardinales de la creación poética. Al fin y al cabo la poesía es comunicación, genera comunión, crea comunidad. Hay dos tipos de lectores ideales: aquel apasionado que te lee, te relee y te puede citar de memoria, y aquel que puede orientarte o reorientarte porque conoce a fondo la gaseosa materia de la poesía, y sus instrumentos de navegación.
-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?
A propósito de tu inquietud me acuerdo siempre lo que dijo alguna vez Eduardo Milán, que con tanta brillantez ha pensado y escrito sobre la poesía de nuestro continente: el exceso de poetas es una de las tragedias latinoamericanas. No estoy seguro si es una tragedia o una tragicomedia pero sin duda hay un superávit de poetas, cada vez hay más poetas que lectores, de modo que los poetas se leen mutuamente, hacemos poesía para otros poetas, creo que ese es el público principal de la poesía hoy; de modo que se opera una suerte de círculo vicioso. Y quizá por ese motivo hay quienes cultivan una poesía hermética y críptica, apta solo para iniciados en este culto minoritario. Por otro lado, Internet y las redes sociales son sin duda una magnífica plataforma de conocimiento, de intercambio, de circulación de bienes culturales, aunque lo que más suele circular es la vanidad de los escribas, su ansiedad de reconocimiento. En las redes hay un límite muy frágil entre visibilidad y exhibicionismo narcisista. Todos, o casi todos los usuarios de redes, en distinta media, hemos incurrido en ese pecado venial y banal. Finalmente, es complicado establecer un rasero, pero creo que a los poetas genuinos se les nota en la primera línea.
-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?
Nunca me he impuesto horarios ni programas pero tomo nota todo el tiempo. Lo que más hago cada día es leer. Y con frecuencia, mientras leo, mientras veo una película, una exposición, o escucho música hago apuntes. Muchas de las cosas que he escrito derivan de mis lecturas, del diálogo con un expediente cultural muy diverso, y por supuesto, de una determinada memoria y experiencia afectiva o sentimental. Pero, es cuando viajo cuando me vuelvo más permeable, más perceptivo y receptivo a los estímulos exteriores. Escribo porque el mundo entra en mi cuerpo.
-Si quieres puedes compartir un poema inédito.
Un epigrama contra los rigores de la cuarentena:
guárdame la mano
entre tus piernas /
dame la humedad
de la noche