Elena Salamanca: “Subsisten redes que llamo ‘pacto patriarcal editorial’, que han permitido a varios poetas afincarse como referentes literarios de un país sostenidos no por una crítica sino por una red propagandística.”

23.07.2020

CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"

Por Víctor Coral.



-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... De tenerla, ¿cuál es la tuya?

Mis primeras relaciones con el arte fueron con el visual. Lo que recuerdo que detonó en mí explosiones fue abrir una enciclopedia y ver El imperio de las luces de Magritte. Debí tener unos 6-7 años. También fui criada por mis abuelas y de ellas heredé un universo que considero poético, que es un universo de jardín, así lo llamo. Es el mundo alrededor del conocimiento y de la memoria de la tierra: de las plantas, esencialmente, y de los mitos sincréticos de lo religioso en un mundo secular.

-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.

Mi primer libro es de cuentos y fue publicado en 2008 por la Dirección de Publicaciones de El Salvador, se llama Último viernes y fue parte de la nueva época de la colección "Nueva Palabra".

-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?

Nunca he participado en un concurso de poesía. A los 21 años participé en el premio de novela que Alfaguara realizó en El Salvador y fui finalista. Desde entonces no he vuelto a participar en un concurso literario. Pienso, sin embargo, que la pregunta es muy compleja y no se puede responder en un cuestionario que te envían en Word, en el que no hay diálogo directo con el entrevistador.

-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?

Esta pregunta es muy compleja y creo que nos interesa en este momento, pero honestamente no creo que podamos trazar una ruta exacta de influencias en la poesía actual, porque, afortunadamente, la poesía actual no aspira tanto al canon. Al menos no la que yo leo y la que produzco. Pienso que el siglo XX fue un siglo de cánones, de oficialidades, de nacionalismos literarios. Yo soy historiadora, me dedico a estudiar el pensamiento político en el siglo XIX y el XX, y aunque la producción intelectual se engarza entre el ensayo y la poesía, mayoritariamente, en América Latina, no me siento en posibilidad de enunciar o enlistar influencias. Eso debe hacerlo un historiador de la literatura, un crítico literario.
 Estamos en un tiempo de diferente complejidad, de fronteras en disputa, de desplazamientos humanos continentales, globales, en el que la idea de nación sobre la nacionalidad están siendo re-pensada y re-escrita. Y en ese mismo punto, como creadora, no me gusta pensar que vamos a llenar el canon como quien llena un cajón de sastre. ¿Quién quiere construir un canon para contar qué nación, qué relato nacional? Los cánones del siglo XX son los cajones de las naciones "modernas" (que muchas resultaron fascistas) en las que debía haber una sola voz, homogénea, preferiblemente de hombres blancos o mestizos. No creo que estemos en ese lugar ya, afortunadamente.

-Cuáles son para ti los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?

Si usted quiere leer la producción poética más significativa de El Salvador, debe leer a Ricardo Castrorrivas, Vladimir Amaya, Alfonso Kijadurías, Jorge Galán, Otoniel Guevara, Carmen González Huguet, André Cruchaga y Miguel Huezo Mixco. Cuando usted dice "importancia", yo imagino que se refiere a trayectoria intelectual y política y proyección editorial. Son ellos, a todos los conozco y respeto, y cada uno ha hecho diversos aportes para consolidar una historia de la literatura escrita por salvadoreños. Desde Ricardo Castrorrivas, nacido en 1938, hasta Vladimir Amaya, quien nació en 1985 y es tremendo editor, historiador literario y poeta. Mis poetas salvadoreños actuales favoritos, en cambio, son Ricardo Castrorrivas, Vladimir Amaya, Nadie [Javier Ramírez], Tania Pleitez, Alexandra Lytton Regalado, los trabajos inéditos de Efraín Caravantes, y Lauri García Dueñas con su poema monumental América.

-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?





-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?

Pienso que no todos los poetas pueden ser críticos literarios, no deberían serlo. Muchísimos no tienen bases teóricas y científicas para un trabajo como la crítica pero subsisten redes que llamo "pacto patriarcal editorial" que han permitido a varios poetas afincarse como referentes literarios de un país sostenidos no por una crítica sino por una red propagandística.

-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?

No se puede decir a nadie que no es poeta. Pero posiblemente no todos los que se consideren poetas escriban poesía. Algunos, en cambio, escriben memes. Y hay memes con una gran carga histórica y literaria.

-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?

Yo estoy terminando mi tesis de Doctorado en Historia. Leo mucho pero no necesariamente poesía, leo mis fuentes y mucha documentación y producción intelectual centroamericana de 1870 a 1950. Nadie tiene un método acertado de trabajo, pero agradezco a la teoría de la Historia darme bases para sostener mis ideas "poéticas" así como hago con las teóricas. De lo contrario sería como todas las personas en redes sociales que creen que su último tuit es un poema.

-Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente en computadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con una imagen, un tema específico?

No sé qué valor pueda tener repasar mi método de trabajo. Básicamente no tengo método, escribo en cualquier momento y en cualquier lugar. A mano o en computadora. El problema de los manuscritos es que a veces no puedo leer mi propia letra. El pensamiento es más rápido que la mano.


-Si quieres puedes compartir un poema inédito.


Este poema no es inédito pero no ha sido publicado aún el libro del que forma parte.


POEMA DE LAS SANGRES ENCONTRADAS

A Efraín Caravantes


Camino en una alameda que perdió los álamos

porque al final

los hombres comprendieron dónde habían plantado la modernidad

y llenaron las avenidas y las calles y alamedas de palmeras.

Entonces tu voz resuena,

me dice:

"Ese austríaco de ojos azules era un hijueputa

y en una apuesta ganó el derecho de cogerse a mi abuela".

Tu abuelo la había perdido en el casino.

Pudo ser un austriaco o un húngaro,

qué importa.

Cualquier recién venido de un imperio destruido tiene corona en estas tierras.

(¿Y quién iba a decir

que un día

un austriaco y un húngaro

iban a ser iguales y tan diferentes?

Después de todo,

quién puede decir qué es una nación

entre polvareda y lodo).

A tu abuelo le gustaba apostar

y le gustaba perder.

Pienso en tu abuela una noche en el casino del pueblo,

entre lámparas aún encendidas con aceite,

sin honra.

Embarazada

de un bebé que sería un hombre silencioso de ojos azules.

Y pienso en mi bisabuela

violada también

por aquel hijo del presidente:

Muchacho sin oficio de ojos azules,

loco por las máquinas de vapor

-ay, la modernidad-

que no conseguía trabajar

-ni lo necesitaba-

y para distraerlo

su padre,

el excelentísimo presidente de la República,

le regaló un tren.

Antes, por supuesto, le construyó sus propias vías

y un paisaje.

Mi abuela no heredó ojos azules

ni casta.

Y se casó con un zapatero

que un día,

a punta de pistola,

la secuestró y la llevó a su casa.

Frente a esa casa,

el zapatero,

mi abuelo,

había construido otra casa.

Y en ella vivía Elena:

su amante.

Mi abuela también se llamaba Elena:

Elenita,

la virgen.

Y a esta altura del camino no sabría decirte a quién de ellas me parezco más.

Pero vienen los hombres de ojos azules a violar a nuestras mujeres.

Mi abuelo también tenía ojos azules

y escribía detrás de sus fotografías

cartas,

poemas de amor,

garabatos egocéntricos.

Pudo haber sido anarquista.

Tal vez en 1944 corría por Guatemala

mientras las bombas caían en las casas de los mártires de la revolución

y muy joven, en 1928,

en Tegucigalpa,

en reunión de la Confederación Obrera de Centro América

desconfió

de Samuel Gompers y las intenciones del sindicalismo estadounidense.

Pero nadie asegura que el socialismo

o el anarquismo

salven de violar mujeres.

(Todo lo contrario, compañeras,

Ustedes comprenderán

que la revolución es la única causa

y en su honra nosotros queremos inseminarla en sus cuerpos).

Tu abuela llevaba el pelo recogido el día que fue entregada en el casino.

No podemos ver nada más de ella.

Una sombra terrible cae de la cabellera

como cae la vergüenza en las mujeres perdidas en una apuesta.

Quién iba a decir

que ahora,

cada uno en su ciudad,

atraviesa una alameda

sin álamos

bajo palmeras que tampoco son nuestras.

Las trajeron de África

-como si fueran esclavos-

porque los paisajistas dijeron que la Attalea cohune

no era fotogénica.

No hay viento que sople tan fuerte como el pasado de las mujeres.

Y no sabemos con qué frase terminar sus historias.

Probablemente porque jamás hablaron ni dijeron:

Es verdad, yo fui vendida.

Es verdad, yo fui apostada.

Es verdad, ese hombre creyó que debía poseerme por derecho de pernada.

Y nosotros sabemos por qué

hay frases que no concluyen sus palabras:

tenemos la sangre revuelta

del violador y la violada

y forman una sola cadena

de azúcar y fosfato, se sabe,

pero también cadenas

reales:

nudos que nos atan a dos caminos violentos

opuestos y perdidos,

sangres enfrentadas.

A nadie debe asombrar ya esta historia.

Ahora pueden entender

por qué pasan los años

y aún no encontramos

lugar

para asentar la cabeza.

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