Elí Urbina: “Por suerte ahora con el internet cada uno de nosotros podemos adentrarnos muy eficazmente en la tradición poética de diversos países y apreciar los puntos en común entre nuestra sensibilidad y la otra” 

31.05.2020

CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"

Por Víctor Coral.

-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... De tenerla, ¿cuál es la tuya?

Un recuerdo y luego otro. El primero: me veo yo de niño adentrándome en mi antigua sala. Es un lugar lleno de muebles y, por ende, de cajones, abro uno, y ahí encuentro un viejo libro de alquimia; sus símbolos me atraen y me descolocan a la vez, es como ver peces en el interior de un pozo. El otro recuerdo es este: tengo 18 años y consulto (necesidad extraña para mí entonces) los libros de la biblioteca de mi casa. Tres llaman mi atención: "Puerto de la memoria" de Arturo Corcuera, "Bienvenidas calles del Perú" de Omar Lara y "El fuego en el diamante" de Justo Jorge Padrón; no sé exactamente cómo llegaron ahí y en casa nadie sabe darme razón. Pero ahí los encontré y gracias a ellos me interesé en la poesía.

-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.

La primera vez que vi un poema mío publicado fue en el 2012 en la revista chilena "Botella del Náufrago" del Grupo Casa Azul de Valparaíso; más adelante, en el 2014, colaboré con el mismo grupo en una antología llamada "Plexo Perú, poesía gráfica Perú-Chile", donde hay algunos poemas de un primer proyecto mío que no llegué a publicar. Mi primer libro editado fue "La sal de las hienas", un proyecto que surgió, digamos, como una combustión espontánea y liberadora si quieres, mientras cursaba la carrera de arquitectura hace cuatro años. Salió con Plectro Editores de Mario Bendezú, y fue autofinanciada.

-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?

Los concursos son de gran ayuda sí, difunden la obra y a veces brindan un estímulo económico, pero no son esenciales para hacer una carrera poética. Para un escritor, esto lo sabemos todos, la recompensa principal es escribir un libro lo mejor posible. Con una primera versión de mi libro El abismo del hombre, el cual va a ser publicado dentro de poco por el sello argentino Buenos Aires Poetry, participé en el concurso internacional Paralelo Cero 2020, una edición en la que se presentaron más de 200 trabajos de aquí y allá; el libro quedó entre los 25 semifinalistas a lado de obras de autores como el peruano Luis Alonso Cruz y el cubano Noel Alonso Ginoris, amigos y poetas que aprecio y admiro.

-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?

Por suerte ahora con el internet cada uno de nosotros podemos adentrarnos muy eficazmente en la tradición poética de diversos países y apreciar los puntos en común entre nuestra sensibilidad y la otra, aprendiendo a reconocer los trazos universales de nuestro propio pueblo y a la vez introduciendo en él nuevas voces y nuevos registros.

-Cuáles son para ti los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?

Arturo Corcuera, quien era el poeta peruano que yo más apreciaba y aprecio, tenía mucha fe en los jóvenes y siempre reconocía en ellos con total humildad la promesa de grandes aportes. Como él tenemos a muchos otros grandes poetas en nuestra tradición; el deber de los poetas jóvenes, que para mí son los poetas vivos más importantes, es, acaso desde un punto de vista hegeliano, dialogar con sus predecesores y negar dignamente su legado con propuestas ascendentes.

¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?

Creo que para dominar exitosamente la poesía experimental y pretender ampliar a través de ella el campo de la comunicación, hay que dominar y conocer antes muy a fondo las virtudes y los límites de la escritura tradicional. Sin duda, me parece una opción muy atractiva.

-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?

La crítica está ligada muy íntimamente al proceso creativo; nosotros debemos ser capaces de ejercer una mirada crítica sobre nuestro propio trabajo y, por supuesto, sobre el espíritu de nuestro tiempo.

-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?

¿Un parámetro? Para nada. El poeta no es un ser iluminado. Si alguien tiene la compulsión de escribir poesía que lo haga y si es capaz de aportar algo nuevo mucho mejor.

- ¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?

Escribo y leo tanto como puedo, en las mañanas un rato aprovechando la fresca lucidez de las primeras horas, y en las noches aprovechando la calma y el silencio. Cuando no estoy escribiendo me dedico de lleno y con inmenso gusto a la vida familiar y, claro, a los deberes laborales.

-Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente encomputadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con unaimagen, un tema específico?

Cuando estoy en mi mesa de trabajo escribo en agenda, ocupo la página que corresponde al día, y cuando estoy en la calle lo hago en mi celular; escribir caminando es algo que disfruto muchísimo. De hecho, tengo inédito un poema largo que escribí caminando en una expedición a través del litoral de Chimbote, el cual empezó con una primera imagen que captó profundamente mi atención. Los poemas surgen en mí con un súbito atisbo de algo cuya dimensión total me urge conocer, algo que crece, como un extraño tubérculo, debajo de lo que, en un primer momento, puedo ver y pronunciar. 


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