Fernando Velásquez Pomar: Los concursos de poesía contribuyen muy poco al desarrollo de una escritura.
CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"
Por Víctor Coral.
-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... ¿de tenerla, cuál es la tuya?
Las primeras imágenes que tuvieron un impacto "poético" en mí fueron religiosas-imágenes que anunciaban un "más allá" de la experiencia cotidiana. Ceremonias en el colegio religioso al que fui y la procesión del Señor de los Milagros-del que mi padre fue cargador-tuvieron un impacto muy profundo en mí. En casa, mi hermano, nueve años mayor que yo-escuchaba a Serrat, y eso le dio un lenguaje a mi melancolía. También tenía un disco de Jorge Mistral, actor español, declamando poemas. Escuchándolo aprendí de memoria varios poemas de Federico García Lorca que todavía recuerdo.
-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.
Empecé a escribir poemas a los catorce años, inspirado por las lecturas que Roberto Forns, profesor heterodoxo y brillante, nos dio en el colegio en tercero de media. Desde entonces no paré de escribir. Muchos de mis primeros poemas los regalaba. En la universidad (PUC) publiqué en algunas revistas de estudiantes. Mi primer libro, "Pequeñas alegrías gramaticales", lo financié yo mismo y lo logré publicar gracias a la colaboración de mis amigos. Al final, decidí no presentarlo y lo distribuí personalmente. Siempre me sorprende que haya alguien que lo conozca porque su difusión fue bastante extraña, por decir lo menos.
-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?
Los concursos de poesía son importantes en tanto que generan un entusiasmo que hace que la gente participe y pueden servir como instantánea de su momento. Yo sólo participé en los juegos florales de mi colegio, como narrador. No creo que sean esenciales para avanzar la escritura propia. Carrera poética propiamente dicha no existe, si como tal entendemos una ocupación exclusiva que le de de comer a uno y a su familia. Pueden facilitar la entrada a círculos literarios, pero si bien eso tiene ventajas, también trae una serie de problemas de los que es mejor mantenerse lejos. Lo que sí creo es que contribuyen muy poco al desarrollo de una escritura.
-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?
La Internet lo transformó todo muy rápidamente. Gracias a la facilidad de acceso, ahora podemos leer a poetas que antes sólo conocíamos de nombre por las dificultades de distribución. Otra vez, eso crea sus propios problemas: si en el pasado había tendencias muy marcadas de influencia, ahora existe una diseminación extrema. Los latinoamericanos estamos leyéndonos más entre nosotros, lo que es muy bueno pero también nos puede llevar a ignorar cosas que suceden en otros sitios-pienso en España, que sigue sufriendo de la resistencia de muchos latinoamericanos debida a razones muchas veces anacrónicas. Los norteamericanos creo que siguen siendo una referencia importante, aunque la apuesta de muchos poetas contemporáneos por poéticas identitarias me dejan frío. En todo caso, como lector yo siempre he sido bastante anacrónico. Ahora mismo he desarrollado una especie de obsesión con los españoles del 50-Goytisolo, Gil de Biedma, Farral, Claudio Rodríguez-que me hace preguntarme por qué no los leí antes o, más bien, por qué no se leían en mi entorno si tenían tanto que decirnos.
-Cuáles son los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?
Creo que la importancia que le asignamos a una obra tiene que ver con la oportunidad, y esta tiene que ver con las redes de cada uno. Por eso mismo, puedo mencionar a poetas que me interesan y cuya obra me parece importante-porque su lectura genera placer estetico e intelectual-sin tratar de imponerle mi opinión a nadie. A eso habría que añadirle que me fui del país el 2002 y me he perdido de mucho. Manuel Fernández, Reynaldo Jiménez, Magdalena Chocano, Rafael Espinosa, Teresa Cabrera, Víctor Coral, son nombres que me vienen a la cabeza porque sus textos ofrecen algo inesperado, algo que, antes de que ellos lo hicieran, no se había nombrado.
-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?
Las conozco poco y mal. Hasta cierto punto, me parecen búsquedas que tienen poco que ver con las mías, demasiado abstractas y a medio camino entre registros distintos.
-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?
La relación es fundamental. En todo poema, por más malo que sea, el escritor se ha aproxima al lenguaje de manera mediata y, por lo tanto, meditada. Un crítico trata de hacer explícita esa relación y conectarla con otras que pueden ser obvias y otras que no lo son tanto. No es por gusto que haya habido tantos poetas-críticos y críticos-poetas. Pensar en el oficio es fundamental para ejercerlo bien. Y si hay críticas injustas, nunca está de más posicionarse respecto de visiones antagónicas-al contrario, los antagonismos contribuyen tanto como las afinidades al desarrollo de una voz.
-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?
Creo que siempre ha habido, y habrá, poetas por todos lados. La escritura nace de muchas motivaciones y su ejercicio es siempre positivo, así sea únicamente por lo que puede tener de terapéutico. Pero, debido a esa misma proliferación, aparecen los juicios de valor, y eso no es sólo importante sino también deseable. Eso sí, hay parámetros distintos y tenemos que vivir con eso. La aparición de poetas con ventas millonarias como la india-canadiense Rupi Kaur-el fenómeno poético más grande generado desde la Internet-ha contrariado a mucha gente que cree que lo que ella hace no debería considerarse poesía; otros piensan que son nuevas formas más en sintonía con los gustos y las necesidades del público y que la resistencia se debe a esnobismo intelectualista. A mí me parece que ella definitivamente hace poesía y me parece también que es terrible. Creo que dar juicios de valor es más productivo que simplemente deslegitimar una obra porque nos obliga a articular expresamente nuestros parámetros y las razones por las cuales son legítimos.
-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?
Leo mucho, todos los días. Las horas más productivas de lectura son temprano en la mañana, apenas levantado. Las menos productivas, aunque igual de placenteras, son las de la noche, en la cama. La escritura es más caótica y viene por épocas. Soy más productivo cuando me engaño y me digo que en verdad no estoy escribiendo-lo que me ha llevado a escribir mucho en el teléfono. Soy mucho más disciplinado al corregir, que me parece el mejor momento de la escritura.
-Si quieres puedes compartir un poema inédito.
le désert, une espèce d'éternité.
-Francis Ponge.
cuando los días eran largos y ajenos,
la vida te la daban y querías
por eso tener lo que ahora tienes-
el tiempo que, desde que te pertenece,
no sabes cómo utilizar.
entonces vivías una eternidad de momentos
que ahora vuelven a ti.
entonces tu vida era más larga que la que vives ahora-
en cuántos años se traducirán
las horas interminables en la ventana
del VW escarabajo de papá
cuando iban por la costa, siempre hacia el sur,
y se sucedían como un zumbido las lomas,
como olas
el desierto interminable
y tus ojos se abrían inmensos
ante la vastedad de lo mismo.
fuee esa repetición la que te hizo comprender
el peso de lo eterno-
un regalo que ahora intentas retener
como arena en el puño.