JAMES QUIROZ: “La crítica siempre es necesaria en el arte. El debate, la confrontación de ideas es indispensable. Los buenos críticos pueden trazar caminos. Descubrir autores. Desenmascarar a impostores.”
CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"
Por Víctor Coral.
-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... ¿de tenerla, cuál es la tuya?
La primera imagen que se me viene a la mente es mi padre comprándome libros de cuentos allá en la infancia. El libro Corazón debe ser seguro el primer libro extenso que leí. Empecé leyendo cuentos y escribiendo cuentos. Simplemente me gustaba leer. En aquel tiempo no recuerdo haber tenido acercamientos a la poesía, mucho menos epifanías. Ya en tercero de secundaria recuerdo a un profesor de Literatura y su clase de la edad de oro: Manrique, Fray Luis de León, Garcilaso. Vaya uno a saber por qué me gustaron esos textos propuestos: "el aire se serena y viste de hermosura y luz no usada..."; "nuestras vidas son los ríos que dan a la mar". También recuerdo los poemas de mi padre: "mañana moriré de nuevo y para siempre", decía uno de sus versos. Una vez a un profesor le mostré ese verso de Vallejo: "Vusco volvvver de golpe el golpe". "Algunos libros vienen con erratas", me respondió.
-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.
Mi primer libro fue publicado en Trujillo hace diez años. Financiado por mí con ahorros de mis primeros trabajos. No fue costosa su edición. Textos que hablan de esa tensión de ser universitario: la incertidumbre, la muerte, su escritura fue bastante fluida. Escribía en madrugadas. El amor también estaba presente. Eran temas que vivía a diario. Fueron textos que salieron con soltura. Hay algunas cosas valiosas en ese libro, pese a sus deficiencias técnicas. Escribía bastante en esa época. Era más de dejarme llevar y esperar las imágenes. Para el libro descarté una tanda de cien poemas de dudosa calidad. Harto escribía. Sin timón y sin proyecto alguno. Solo sentarse y ver lo que venía. Siempre andaba alejado del circuito literario. No recuerdo haber publicado algún poema en revistas universitarias. No estaba pendiente de eso. Solo quería escribir. Algunos de esos poemas ganaron algunos concursos de poesía. Eso me quitó el pudor. Pienso que hubiera corregido más ese libro. El pánico de un primer libro siempre es terrible.
-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?
Los concursos de poesía contribuyen a la difusión de la obra y al descubrimiento o reconocimento de su autor. No necesariamente determinan calidad, sino un gusto unánime en un determinado momento. No son indispensables para la carrera de un poeta. Hay una infinidad de poetas que nunca necesitaron de un concurso para destacar. Como hay otros que gracias a un concurso también forjaron una carrera. César Calvo, Javier Heraud, por ejemplo. He participado en algunos y me ha ido bien, en otros no tan bien. Normal. Lamentablemente, como todo concurso en donde debe haber un ganador siempre habrá intereses ruines debajo de la mesa. Se han visto casos. Sin embargo eso no significa que esté en contra de los concursos. Algunos te publican el libro y hasta te dan un incentivo pecuniario. Es un importante estímulo. El Perú no tiene tradición de concursos literarios, como España por ejemplo.
En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?
No advierto una influencia drástica en los poetas de mi generación. He leído tantos estilos que creo que cada uno anda siguiendo su propio rumbo. Tal vez en los jóvenes la moda sea el verso largo, se ha perdido el gusto por el buen decir, el ritmo y las imágenes, y se da preferencia a un modo coloquial que aún sobrevive. No obstante, las propuestas poéticas son variadas y eso es saludable.
-Cuáles son para ti los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?
Los poetas que leí en mi juventud ahora están muertos: Eielson, Cisneros, Hinostroza, Watanabe, entre otros. De pronto estamos caminando sobre escombros. Sobre tierra devastada. Los titanes que aún nos quedan son Leoncio Bueno, Juan Cristóbal y Carlos Germán Belli. Por mantener una ética en su escritura. Por su humanidad.
-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?
Para mí la poesia es y será escrita. Las demás formas de expresión son interesantes y pueden conmover por su audacia y originalidad, pero digamos que son híbridos. Buscan una sensación poética que muchas veces logran, pero a la poesía la sostiene el lenguaje. Si hay lenguaje en esa poesía sonora o visual, entonces sí podríamos hablar de poesía.
-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?
La crítica siempre es necesaria en el arte. El debate, la confrontación de ideas es indispensable. Los buenos críticos pueden trazar caminos. Descubrir autores. Desenmascarar a impostores. Los mejores críticos siempre han sido los propios poetas. Todos los poetas son críticos en silencio, les da pudor criticar la obra del amigo. Se ha perdido la esencia de la crítica: la sinceridad, el rigor y la objetividad en lo que cabe. Los grandes poetas han hecho crítica literaria.
-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?
Sí, considero que se debe establecer parámetros, soy consciente que es difícil describirlos o definirlos porque el poeta está más enfocado en escribir que en establecer conceptos, teorías. Como en cualquier arte, no todos los poetas están hechos de la misma madera. Hay poetas mejores que otros. No es que sean más sensibles o mejor dotados intelectualmente hablando. Simplemente poseen el don de hablar por la tribu, por usar una frase trillada. Esa conjunción perfecta entre fondo y forma: capacidad de representación, percepción, agudeza, profundidad. Todos observamos el mismo objeto pero la esencia está en describir cómo vemos el objeto.
-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?
Cuando era universitario podía leer unas cinco o seis horas seguidas. Generalmente de madrugada. Hoy en día, con la rutina laboral y las ocupaciones domésticas el tiempo de lectura se reduce a unas tres horas diarias en promedio. Estos meses de estado de emergencia he retomado ese hábito insomne de lectura de épocas universitarias. Por fortuna esta situación de confinamiento me lo está permitiendo. Ahora bien, no todos los días son sesiones de lectura, hay sesiones de películas. Hay sesiones de música también. O simplemente de no hacer nada. En cuanto a la escritura todo depende de los periodos de inspiración, no se puede forzar a la poesía con horarios predeterminados. Si uno está en esos periodos hay que aprovecharlos. Ya sea para escribir o para corregir. Ahí uno se puede pasar horas. Escribir poesía es una tensión terrible. Terminar un poema es liberarse de esa sombra.
-Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente en computadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con una imagen, un tema específico?
Empecé escribiendo sin un plan previsto. Me sentaba frente al computador y esperaba a ver qué salía. Siempre había sorpresas. Las múltiples posibilidades de asociación de imágenes. Los primeros versos inspiraban los siguientes, etc. Experimentaba con el lenguaje, sus sonidos, sus ritmos. Con el tiempo dejé esa forma de escritura. Ahora me interesan los proyectos unitarios, que propongan una filosofía, que piensen, que especulen el mundo y el drama terrible de la condición humana que es para mí el único gran tema de la poesía y la literatura. No me entusiasman los poemarios que juegan con las posibilidades del lenguaje porque considero que la poesía está más allá de las palabras. Está en la metafísica.
Mi proceso de composición empieza con una "impresión", una idea recurrente sobre algo que me ronda. Supongamos que sea la infancia, entonces me ronda la idea del paraíso perdido, de añoranza, de pureza que perdí. Son temas los que tengo y casi siempre son los mismos. Lo que trato de perfilar y cavilar es el argumento con el que escribiré sobre ese tema. Siempre he escrito en la computadora. Salvo algunas contadas excepciones en las que he escrito con lapicero y lápiz, y hasta un par de veces con máquina de escribir. Durante esta cuarentena he terminado un libro en clave de haiku. Todos escritos con lapicero o lápiz, ninguno en la computadora. En ellos ha sido el poder de la imagen lo que ha motivado la escritura. Ha influido este paisaje serrano maravilloso que hay donde vivo. El fenómeno poético se presenta a veces sin avisar y rompe nuestras propias reglas.