Javier Gálvez Zuloeta: “El único reconocimiento que verdaderamente merece nuestra espera y difusión es el que nace y emerge desde la vocación.”

14.07.2020




-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... De tenerla, ¿cuál es la tuya?

Tengo dos imágenes inmediatas: los campos de arroz sembrados por Daniel, mi abuelo materno; y mis incursiones en la biblioteca de Daniel Augusto, hermano mayor de mi madre. Yo siento que ambas imágenes, al fusionarse secreta y gradualmente, le dieron a mi alma el primer impulso hacia la Poesía, su primera conjugación. O mejor dicho, formaron el primer impulso hacia la manifestación escrita de la Poesía ya latente y presente en aquellas dos experiencias amadas de la infancia. Así comenzó, me parece, esta apremiante y serena necesidad mía del Poema y del Poeta, que siempre están delante de nosotros, porque siempre son la parte nuestra donde nosotros nos vemos y sentimos consumados, reintegrados o divinos; pues inclusive las imágenes que nuestra desesperación puede muchas veces alcanzar y declarar, no pueden ser nunca un fin en sí mismas, sino pasajes temporales para encontrar, en ese mismo desprecio o luto por la existencia, el rostro del semejante y el de la naturaleza para restablecer la simpatía original que nos debemos.

-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.

Fue un proceso súbito vivido entre el verano y el invierno limeño del 94, a partir de un encuentro inesperado y una amable conmoción elemental entre las imágenes del mar concebidas y consumadas tan perfectamente por Saint-John Perse, y las imágenes acumuladas en mi ser, desde la infancia, del mar de Pimentel, y el mar de Puerto Eten, y el mar de Santa Rosa...Este fue el comienzo del "Libro de Daniel", donde la atracción de la imagen del mar simbólico y real, produjo a su vez el nacimiento de una serie de imágenes para traducir la infancia, es decir, los campos de Chiclayo, y las acequias verdosas o pardas, y las garzas intactas , y las simples espigas del arroz, y aquella huaca sin tiempo donde un árbol de ciruelo me mostraba siempre su lección de fecundidad.

-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?

He participado en algunos de ellos, entre mis veinte y treinta años. Yo los percibía como un llamado para que el genio del Poeta, en su primera fase de existencia pueda manifestar ante el mundo el orden de sus primicias, y mitigar de ese modo su espanto de ser Nadie. Son, pues, una especie de fuerza adicional que la juventud del poeta a veces necesita para darle a su incipiente conciencia de sí mismo el impulso inicial para prevalecer. Mi impresión actual es esta: el concurso de Poesía es una institución ciertamente prescindible que el poeta no necesita para desarrollar el genio en germen que lo define. Porque ni el reconocimiento que dispensa ni la satisfacción económica que ofrece, ayudan al poeta, en ningún momento de su espera, en la formación de su paciencia esencial para concebir y alumbrar el poema que tanto necesita. El concurso de Poesía nos da el reconocimiento que nosotros no podemos ni sabemos darnos todavía, en un momento tal donde la vocación nuestra, aprendiendo a desplegar toda su juventud, tiene tanto por expulsar o conjurar, y tanto por incorporar o anexarse, todavía. El concurso de Poesía es una institución prescindible, o debería serlo; pues suele a menudo crear la ilusión nefasta de que el poema y el poeta son instancias elásticas cuya evolución espiritual sólo puede terminar con la conquista de un reconocimiento, tan perfectamente externo como efímero. El único reconocimiento que verdaderamente merece nuestra espera y difusión es el que nace y emerge desde la vocación, es decir, desde el riesgo de no saber absolutamente nada del poema que se forma de instante a instante entre nosotros; y desde la paciencia que sabrá darnos, en tal o cual imagen, si perseveramos, la integridad final que nos estremece, la mínima sabiduría que aún proclamamos.

-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?

Me inclino a pensar y vivir de influencias intemporales. Me inclino a sentir y admitir que existe una comunidad espiritual universal enlazando siglos, visiones y pasiones, para darle al poeta la certidumbre de participar y ser también la continuidad y la gravedad de una pregunta y una respuesta frente a nuestros dos misterios cardinales, que son a su vez dos demandas permanentes de palabra poética, la única capaz de contenerlos y decirlos sin disminuirlos: la naturaleza y nuestro semejante.

-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?

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Son una especie de expulsión del alma propia para colocar en ese vacío inmediato las materias con y desde las cuales la Poesía trabaja y descansa. Pero la "escritura" no es precisamente el problema, sino más bien una fase más intensa de nuestro deseo de comunión con todo lo existente. Inclusive, me parece indeseable ir más allá. Además, ¿para qué? Para acaso devolvernos a una "poesía primordial" inexistente; acaso para demostrar que es ahí, "en los sentidos", donde en verdad nosotros realizamos el sueño de reconciliarnos con todo: semejante y naturaleza; y dejamos de esta manera de sentir lo insoportable: ser poeta, o pretender serlo, en una sociedad que lo nombra sin conocerlo, y presume leerlo sin respetarlo. Es como si se desease que no hubiese "poetas", como si se desease borrar los nombres propios, la obra individual...Vistas así en su conjunto, las propuestas metaescriturales son entonces los trabajos fomentados para "democratizar", una vez más, el ejercicio y la valoración de la Poesía. Y de un modo tal que su "comprensión" sea tan inmediata como respirar, y que de ninguna manera su develamiento exija un lector iniciado en sus misterios, o dotado de cierta preparación intelectual o sentimental para su goce. Pero estos propósitos relativos a la Poesía revelan, más allá de la bondad de su misma apariencia, la legítima inquietud del espíritu poético por su condición y destino en un mundo donde el semejante rehúsa y niega a cada momento su palabra, para darnos solamente el placer suyo de su mirada infinita o su violencia, que es lo mismo.

-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?

La mirada crítica del poeta es la mirada órfica: es la mirada con la cual el poeta desciende hacia sí mismo, hacia la riqueza y pobreza de sus pasiones, para volver a ascender hacia un orden distinto que llamamos poema. La mirada crítica del poeta es su decisión de preguntar por sí mismo para no sucumbir después de su poema. O mejor dicho, si el poeta no desea sucumbir o caer en la desolación brutal que lo amenaza después de la conquista de sus imágenes debe defender su decisión de ser poeta siempre. Es a esta decisión fundamental a la cual yo le doy el nombre de crítica. Solo ella es la que salva al poeta del peligro inminente de su escritura, cuando al separarse de su poema, supone y siente que el mundo se cierra delante suyo. En la crítica de sí mismo el poeta sabe y vuelve a ser poeta, cuando aparentemente había dejado de serlo. Es el momento en el cual el mundo vuelve a abrirse delante suyo para ser otra vez Destino, o ser todo lo que no es él, y que no obstante lo llama para limitarse o recibir los nombres que merece.

-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?

Habría que preguntarse de dónde nace esa resistencia del alma individual para escuchar y aceptar la palabra ajena que nos dice que nuestra escritura no es precisamente un poema. Pero, mira tú, si a todo nuestro camino hacia el poema podemos llamarlo infancia, podemos también decir que toda resistencia al juicio que distingue un poema de su impostura, no es ni siquiera una infancia que desea comenzar. Quizá, aparte de ser como se dice un país de poetas, nosotros somos también un país de lectores de Poesía que no se reconocen a sí mismos deseables y que, fascinados por las implicancias sentimentales e intelectuales del poema en sus propias vidas, se preparan y sueñan a su vez con producir por sí mismos, con una premura evidente, la fascinación instantánea que supo integrarlos. Porque suponen acaso que la escritura de un poema necesita apenas el adiestramiento de lecturas sucesivas para plasmarse. Y no precisamente la historia de una vocación, la solicitud de una reforma interior, la petición paciente de una ruptura consigo mismo.

-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?

Todo el tiempo que sea posible. O todo el tiempo que mi lectura le permita a mi escritura desplegarse, y viceversa. Lo que yo siento es una especie de conspiración mutua entre escritura y lectura por imponerle a mi alma su tiempo propio. Mi lectura es completamente vulnerable a las dulces invasiones repentinas de la Idea o inspiración, que clama ser fijada en una escritura, ante el temor de su evanescencia inminente. Ambas viven en verdad provocándose incesantemente, como si ninguna estuviese segura de mi acatamiento, de la magnitud de mi devoción. Me someto dócilmente a los dictados de la inspiración, siempre y cuando la entendamos como el instante donde el alma contempla y se enamora de su propia síntesis. Y al fin saciada de sí misma busca un lugar donde pronunciar, proteger y prolongar esta saciedad. Y para esto justamente existe el poema: para ser esa reserva de saciedad que el alma exige frente a lo efímero que tanto nos limita.

-Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente en computadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con una imagen, un tema específico?

Todos los impulsos de creación son registrados a mano en mis libretas pequeñas y oscuras, donde van acumulándose todas las formas primordiales de mis diversas escrituras, donde la Poesía sabe existir y distribuirse: ensayos, poemas, cartas, aforismos, artículos... Debo decirte que siempre es una gran imagen la que propicia y sostiene el nacimiento y expansión de mi poema. Tal imagen necesariamente es concéntrica, como si en su proximidad amada todas las existencias supiesen darse mutuamente la mesura que soñaron. 


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