Juan de la Fuente: "En cuanto al hecho de publicar, no creo en aquellos que dicen que no lo hacen porque no tienen recursos económicos. Creo que es mentira: quien quiere publicar de verdad, publica, y listo."
CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"
Por Víctor Coral.
-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... ¿de tenerla, ¿cuál es la tuya?
Recuerdo la inocencia y el desconcierto de un niño, frente a una sensación incomprensible de vacío, y la urgencia de poder llenarlo a través de la lectura y la escritura. Aunque en aquel entonces no sabía leer y mucho menos escribir bien, era como querer satisfacer algo, de lo que aún no tenía una necesidad concreta. Mi madre me regaló, entonces, mi primer libro, "Emilio", de Juan Jacobo Rousseau, que tuvo también esa dualidad: era una obra incomprensible para mi edad, pero al mismo tiempo yo quería comprenderla. No sé si logré hacerlo, pero fue como tener un compañero con quien conversar. Yo era muy solitario y tímido. Y me protegía con la imaginación. Fingía. Leía pero no sabía qué leer; escribía pero no sabía qué escribir. Creo que siempre quise escribir poesía, pero no comprendía qué era. Hasta que un día, me sorprendí a mí mismo, escribiéndola.
-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.
Escribí varios primeros libros antes de materializar mi primer libro y asumirlo como una obra verdaderamente mía. Durante la década de los ochenta, que es cuando estudié en San Marcos, conocí a los poetas jóvenes, a los poetas mayores y fui testigo del dinamismo literario de entonces. Eso me dio la oportunidad de publicar mis primeros poemas en revistas emblemáticas como "Haraui", "La tortuga ecuestre" y "La Casona de San Marcos". Allí están recogidos algunos de los rastros de lo que fueron mis intentos de construir un primer libro. Mi problema era hallar una voz propia en la que poder reconocerme. Fue recién a fines de la década del noventa que pude publicar "Declaración de ausencia", mi primer poemario. De un modo u otro lo escribí a lo largo de toda mi vida, pero lo concreté en un periodo en el que el amor me hizo volver a mí, a mi esencia, a mi irrenunciable lirismo. Cuando ingresé a San Marcos el lenguaje conversacional dominaba los espacios poéticos. Así que para ser aceptado había que adscribirse de alguna manera a ello. Confieso que intenté hacerlo (esos son los varios intentos de primer libro), pero no era yo y una noche el arrebato y la incertidumbre me ganaron: quemé todo lo que había escrito, cosa que a mis amigos los poetas jóvenes les recomiendo no hacer jamás. Yo buscaba una forma y ese ha sido mi buscarme. En cuanto al hecho de publicar, no creo en aquellos que dicen que no lo hacen porque no tienen recursos económicos. Creo que es mentira: quien quiere publicar de verdad, publica, y listo. Siempre hay formas, antes las había (recordemos si no lo cuadernos de Lucho Hernández o los populares bonos de prepublicación), ahora hay muchas más en esta incontrolable era tecnológica en la que vivimos.
-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?
Tengo (o he tenido) una relación muy personal con los concursos, quizás un tanto impulsiva e irresponsable. He acudido a ellos con mayor o menor suerte, principalmente para no sentirme solo con mis poemas, para lograr que los lean y porque pensaba que podían ser una especie de señal, de termómetro para saber si iba o no por buen camino. Pero debo admitir, que si hubiera ganado algunos concursos en los que obtuve una mención, me hubiera privado de la oportunidad de mejorar drásticamente mis libros. No creo en lo que llaman una "carrera poética". Es más, no creo en las carreras, porque implican competencia y la competencia es solo una característica mercantilista. Creo en la compañía, en la constancia, en la perseverancia, en la determinación de los poetas, porque creo que la poesía, como el amor, es un destino. Respeto, sí, con fervor, el talento, la genialiadad, la trayectoria, la obra construida con esfuerzo y tenacidad a lo largo de los años, contra viento y marea, y a veces -incluso- contra las propias necesidades personales.
-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?
Antes pensaba que cada década una nueva tendencia arribaba a la poesía peruana del siglo pasado a partir de los años cincuenta. La poesía española, en efecto, pero también la poesía francesa; luego en los sesentas la poesía anglosajona (pero también Saint John Perse); en los setentas la poesía Beatnik, pero también la poesía oriental; y así sucesivamente. Se buscaban nuevas formas de afuera (no nos olvidemos de los portugueses y los alemanes), pero estas eran asimiladas y originaban voces propias porque en el Perú hay estupendos poetas que han sido capaces de crear libros de poesía notables, obras de arte universales. Actualmente, no hay una tendencia dominante, hay muchos ríos, hay muchas sangres: todos los ríos y todas las sangres conviven en la poesía peruana. La denominada globalización ha procurado el intercambio de lecturas entre los distintos países, entre las diversas culturas. Internet le ha otorgado un impulso sin precedentes a la difusión de muchos autores antes imposibles de encontrar. Y al mismo tiempo, las redes sociales han propiciado un diálogo con personas afines a nosotros que de otra manera no hubiéramos podido conocer. Esto es hoy más evidente, ya que vivimos en tiempos de pandemia, que ponen a prueba radicalmente nuestra sensibilidad y nuestro propósito como seres humanos. Volviendo a las redes sociales, hay sensibilidades que comparten un camino común, que en otro tiempo hubiera estado signado por la soledad y la marginalidad absolutas. "Somos un diálogo", decía Hölderlin. Pero este diálogo solo es posible cuando Internet y las nuevas tecnologías están -como debe ser- al servicio del ser humano y no al revés.
-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?
La poesía no es patrimonio exclusivo de los poetas, ni siquiera del verso, ni siquiera del poema. La poesía trasciende los límites y es transversal a cualquier expresión artística, e incluso cotidiana. Además, se encuentra en constante evolución. Las ediciones digitales eran impensables antes, los audiolibros, los video-poemas, también. Pero no olvidemos que han habido periodos de la historia en los que los artistas eran una comunidad; músicos, pintores, escultores, poetas, etc., transitaban juntos los caminos del arte y ampliaban o abolían permanentemente sus fronteras.
-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?
La crítica literaria, concebida como creación o como descubridora de descubrimientos es buena, es necesaria. Por ejemplo, Estuardo Nuñez publicó en 1938 "Panorama actual de la poesía peruana", donde ejercía la crítica a carta cabal: mostraba lo nuevo que traía cada poeta, el aporte que como ser único traía a la poesía. Eso es lo que en verdad puede aportarse desde la crítica, aunque cada vez veo que hay menos críticos e, incluso, hasta menos autores de reseñas. Los pocos que hay vienen profundizando en los trabajos de nuestros grandes autores: Vallejo es el poeta que más estudios tienen en su haber y la tendencia es a que ello siga creciendo. Los nuevos, aunque no tan "nuevos" seudocríticos imponen su visión personal de la poesía sobre el de la obra de la que hablan y sus supuestas "demoliciones" son solamente un acto de egolatría, por lo demás vacía e innecesaria, y que no aporta nada a la poesía peruana. Finalmente, creo que una mirada crítica sobre su obra es lo que define al poeta, al universo al que se adhiere con conciencia y voluntad, o precedido por un impulso espiritual trascendente. O ambas cosas, sí, o ambas cosas.
-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?
Como te decía antes, Internet ha propiciado el intercambio y la difusión de la poesía en el mundo. Sobre el ejercicio poético, el tiempo determinará -como siempre- quien hacía poesía y quien no. Los verdaderos poetas siempre se imponen, por justicia poética. Javier Heraud soñaba con un mundo en el que la poesía tuviera una práctica masiva. Esto ya sucedió: durante la era Heian en Japón y la dinastía Tang en China, para ocupar un cargo público era obligatorio escribir poesía. La escuelas abundaban y la práctica de la escritura era común. Pero eso no fue motivo para que no aparecieran los grandes poetas japoneses y chinos de todos los tiempos. La poesía, también lo decía antes, tiene que ver fundamentalmente con la obra. A veces, me duele cómo se arman "serias" discusiones sobre qué cosa es la poesía y qué deben hacer los poetas a favor de la poesía peruana, pero en medio de eso no está presente lo esencial: la obra. Es triste cómo en pleno siglo XXI, agobiados por una severa pandemia que golpea a la humanidad, haya quienes cierran sus ojos y creen una vez más haber descubierto América. Para renovar, tenemos que conocer la tradición, buscar, profundizar en los grandes, no se trata de gritar que hemos descubierto algo, cuando ya se hizo hace mucho tiempo y cuando no hay un trabajo concreto, un hallazo creativo que mostrar. Borges, soñaba que, aunque sea, un solo verso suyo perdurara en el tiempo. No seamos pretenciosos, el tiempo, gran escultor, nos mostrará la verdad.
-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?
Leo y escribo siempre. Lo que escribo no necesariamente tiene un valor literario, pero puede tenerlo. Cada verso, párrafo, poema, libro tiene su propia semilla y su propio fruto: una pequeña planta, un árbol o un enorme bosque, no lo sé. Mi libreta de apuntes convive con el cuaderno de notas de mi smartphone. Las sensaciones, las ideas aparecen y desaparecen. La poesía es un ritmo, un ritmo que te exige estar a la altura de la vibración creativa. Y llega sin aviso. Y tú tienes que estar preparado para recibirla, sin esperarla quietamente, buscándola porque necesitas de ella y ella necesita de ti. A veces la poesía, creo que decía Olga Orozco, es como estar poseso de uno mismo. Y sí, sí creo que desde algún espacio sin tiempo y sin lugar determinados, las voces sumas te hablan.
-Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente en computadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con una imagen, un tema específico?
He aprendido a recibir a la poesía y a estar en ella, cuando se presenta o cuando la busco y la encuentro. Como te decía, escribo en mi libreta de apuntes o en el cuaderno de notas de mi smartphone. Luego migro todo a la computadora. La escritura es también para mí un acto que se da en cualquier lugar: un café, una barra, una banca de parque, un taxi, un baño, un alto en el camino. Todo vale. Poesía de paso. Poesía al paso. Las palabras de la poesía tienen origen en un ritmo, sobre todo. Un ritmo que sube y baja por tu cuerpo y que se asienta en tu pecho y que se plasma en tu respiración. El poema nace en un solo momento, de un tirón, o se construye poco a poco, semejante a una escultura. Generalmente es como un sueño que al despertar explosiona, y mi labor es reconstruirlo. Mientras escribo, disfruto la escritura, gozo. La corrección es la parte más complicada del proceso y quizás demanda más energía, pero es clave porque pone a prueba tu mirada crítica y la fortaleza del poema.
Para penetrar el hueso del aire tu figura pegada al sol
Al mar a las cosas perdurables más allá de tu herida y esa sensación de vacuidad que se llena de palabras, he buscado
He resbalado
He caído sobre las virutas de los bares
Donde habitan huellas indelebles y efímeras
Y mi voz agitada por mares encerrados en miradas enloquecidas
Y te dije
Espera, el camino te llevará aunque no puedas ir por él te llevará
Un segundo atrapado en el negro aroma de las uvas al entregarse a la noche
Y todo
Todo fue un derroche de almas azuzadas por sus cuerpos
La mañana detenida entre buses, autos, scooters y todo aquello que fuga de alguna manera hacia ti
Marea
La piedad de un solitario hacia la muchedumbre
Tus ojos inyectados de cielo
Mis ojos derramados en la luz
Pensaba que así sería siempre
Y siempre cambia todo
Todo
Se vuelve denso esdrújulo
Pessoa
Un hombre extendido como una multitud
Y yo
Tomé el libro rojo
Desaté sus nudos
Escuché: la muerte no tiene maestros
Me contuve
Un río de piedras emergió de mi silencio
Y supe que en verdad la muerte tiene maestros
Y supe también que yo nunca los tendría
Y hallándome en días de duda y confusión
Dejé que mis ojos entrarán en las palabras
Y me fui.
(Poema inédito.)