Laura V. Alonso: “Para escribir es necesario leer. En la medida en que uno profundiza y amplía el horizonte de lectura, se va produciendo un sentido de elección y de exigencia. Un cierto paladar ‘fino’.”

10.08.2020

CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"

Por Víctor Coral.


 

-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... De tenerla, ¿cuál es la tuya?

No recuerdo algo preciso. Sí un ensimismamiento en ciertas ocasiones, referido a algunos momentos de soledad en la infancia, que me producía un estado de ánimo particular, como una agudización de la atención sobre lo que me rodeaba. Como cuando escuchaba La canción del jardinero, de María Elena Walsh o el silencio de algunas nochecitas con mis abuelos, en el oeste de Montevideo, debajo de la parra.

-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.

En 2004 abrí un blog, que hoy ya no existe. Ahí publicaba algunas cosas que se amontonaban en libretitas y cuadernolas. De todo un poco. Después vinieron algunas revistas web. En 2007 publiqué un libro de relatos muy pero muy malo. Había ganado un concurso de cuentos, creo que en 1997, y tenía un puñado de ellos, que ya llevaba años guardado (desde los 90). Ni siquiera los corregí, pero fueron a parar a ese libro que hoy ni cuento como parte de mi «obra». Mi primer libro de poesía édito, Tratado sobre huecos, es parte de un conjunto de poemas que venía «coleccionando» hace bastante tiempo y a los que yo no consideraba de manera muy seria. Para mí ni siquiera eran dignos de hacerse públicos. Tenía mucho respeto por la poesía y, más allá de llevar alguno a mi blog, casi todos estaban amontonados sin demasiado criterio, aunque tenían una temática obsesiva que los hacía más o menos familiares. Una tarde se los llevé impresos a un poeta uruguayo, Roberto Genta. Él fue quien me ayudó a darles un orden, a quitar aquellos que no estaban todavía muy trabajados o se desviaban demasiado de la unidad, digamos, temática. Ese trabajo, que produjo un aprendizaje que excedió al libro en sí, lo presenté al concurso nacional de letras de Uruguay en el año 2008. Allí sacó un segundo premio, lo que me permitió su publicación en el 2009.

-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?

He tenido una relativa fortuna con los concursos de poesía. Me he presentado a ellos unas cinco o seis veces, siempre a nivel nacional, y, tal como mencioné en la respuesta anterior, fui premiada alguna vez. Al año siguiente del evento que permitió la aparición del Tratado, por ejemplo, obtuve una primera mención en el concurso organizado por la Intendencia de Montevideo. Pero las otras veces no figuré. Mi participación siempre estuvo relacionada con la posibilidad de publicar que puede venir con ellos. Lo de la «carrera poética», que existe y hay gente que la cultiva, nunca fue algo que me propusiera de manera consciente. La verdad es que al día de hoy siento que todo lo que me ha sucedido con la poesía fue como un turbión de hechos y circunstancias que no han dependido de mi voluntad la mayor parte de las veces. Me enredé en ello, o quedé enredada. Por supuesto que los concursos pueden formar parte de una carrera, pero también pueden producir un cierto «engaño» acerca de ella o de lo que ella significa. Un premio puede posibilitar, en su momento, la publicación y algo de visibilidad, pero las obras deben sobrevivir más allá de esa feliz coyuntura, muy halagadora, aunque también muy volátil. No reniego de los concursos y, de hecho, he sido jurado en cinco oportunidades; pero no me parecen indispensables, ya que lo verdaderamente impostergable está en el hecho de escribir y mantener un cuidado sobre lo escrito.

-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?

No podría responder de manera muy cabal sobre esto. Me parece que los mapas de influencias hoy se han tornado tan globales como el propio mundo en el que vivimos.

-Cuáles son para ti los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?

En mi país (y de mi país -porque algunos no viven en él-) hay un panorama poético muy diverso, con poetas de distintas generaciones cuyas obras me parecen relevantes. El trabajo con el lenguaje en Eduardo Milán, Eduardo Espina, Roberto Echavarren, Tatiana Oroño, por ejemplo, es insoslayable. Pero también la enunciación reflexiva de Roberto Appratto, la cadencia y el preciosismo de Silvia Guerra, la palabra extasiada y aluvional de Selva Casal, la unidad de obra en el trabajo de Roberto López Belloso, el andamiaje poético entre lo escrito y la oralidad de Luis Bravo. No quiero dejar de lado a Elbio Chitaro y sus profusos requiebros de palabra y sentido.

Por otro lado, creo necesario mencionar a Alicia Preza, Lucía Delbene, Diego de Ávila, Martín Cerisola, Claudia Magliano y Omar Tagore. Ellos pertenecen a generaciones más próximas a la mía, y, si bien desde el punto de vista de las posibilidades de edición aún les queda mucho por transitar, igualmente, la solidez y potencia de sus propuestas los hace dignos de atención si hablamos de poetas vivos de este tiempo.

-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?

Supe ser parte de una propuesta de puesta oral de poesía junto con tres músicos. Se llamaba Decerradores: entre las bandas de poesía y música y, justamente, transitábamos una escena entre el texto poético y la música, entre el fraseo y el canto. Planteos así forman parte sustancial de los fenómenos poéticos contemporáneos. Nada novedoso, ya que muchos de ellos se pueden rastrear en varias de las exploraciones de las vanguardias de principios del siglo XX. Hoy, además, una suerte de posibilidad tecnológica los ha expandido y enriquecido. El poema es un tipo de artefacto poético, pero la puesta en voz, desde el spoken poetry al hip hop, ciertas performances, la videopoesía, incluso el meme, son tipos no estrictamente escriturales a los que considero parte del campo ampliado de la poesía, parafraseando a Krauss.

-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?

Si hablamos del ejercicio crítico en el sentido de producción escrita llevada a cabo como actividad literaria, bueno, ese no sería mi caso. Aunque esa crítica es necesaria. Incluso, y aunque nos disguste, hoy se necesita más que en épocas pretéritas. No es menor asistir en Uruguay a una casi nula actividad crítica en el terreno de la literatura. O, mejor dicho, a su presencia en distintos medios de difusión. Ahora bien, también creo imprescindible poseer una mirada crítica sobre nuestra producción. Primero, porque para escribir es necesario leer. En la medida en que uno profundiza y amplía el horizonte de lectura, se va produciendo un sentido de elección y de exigencia. Un cierto paladar «fino». Segundo, porque la escritura misma también implica elecciones. Uno toma ciertos caminos y abandona otros, y en ese trasiego se van construyendo ciertas categorías y juicios, aunque no sean demasiado explícitos. Salvo en casos contadísimos, de talento innato (que los hay), no creo en una obra sólida escrita de manera espontánea. Más bien proviene de cierta «educación» que no deja de ser una suerte de actividad, creo, de tipo crítica.

-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?

Sobre si alguien es poeta o no, ya no pierdo tiempo en esa discusión. El rasero, salvo casos muy contados, lo pasa el tiempo, la sobrevivencia de la obra en el tiempo. Si nadie es profeta en su tierra, casi nadie es poeta en su tiempo. Para bien o mal, contra sus propios contemporáneos. Incluso, contra aquellos aparatos culturales que levantan una obra porque ven en ella algo «único» o, al revés, la ignoran, ya sea porque no la han entendido o por pura mezquindad. Antes de internet ya sucedía, solo que hoy asistimos no precisamente, o solamente, a una superproducción, sino, sobre todo, a una superexposición, que además se da en tiempo real.

-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?

Prefiero «estado poético» a «inspiración» porque me recuerda que mi trabajo diario, el que me da sustento, no está vinculado de manera directa con ninguna actividad del mundo de las letras. Esa misma condición presupone que escribo cuando puedo escamotearle tiempo a otra cosa. A veces puedo salir victoriosa de eso y a veces no, pero no tengo ni plan prefijado ni horario. Ni espero musas, sino algo mucho más prosaico: holgura para dispensarme. Con la lectura «literaria» me pasa un poco igual, pero siempre está ahí. Un poema antes de dormir, una novela corta que le rapiño a las obligaciones.

-Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente en computadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con una imagen, un tema específico?

El dispositivo de escritura puede ser cualquiera, pero cuando algo ya va tomando impulso y continuidad paso a la computadora y sigo por ahí. Eso está relacionado, primero, con que yo ya no escribo exclusivamente poemas sino unos textos que no sé qué son ni cómo clasificarlos. Y eso que escribo, si no parece tener esa dosis de continuidad que recién mencioné, no es signo de escritura sino de una idea primaria que quizás pueda convertirse en un libro. Generalmente, sí, hay un tema que me ronda, me resulta interesante, me persigue, pero lo que yo llamo escritura viene con una cuestión persistente y puedo decir que es de un orden imago-musical. Si eso no está, en mi caso, no hay nada. Si no estoy observando una presunta unidad de largo aliento, no estoy escribiendo más que ideas para otra cosa que vendrá después.

-Si quieres puedes compartir un poema inédito.
 

un relato para Casandra ("en mi menor")

me fui de allá, me fui
de la escritura
me retiré, de la Res pública
de la escritura
me fui
porque....algo
algo se me hizo verdad
se necrosó sobre las cosas
las cosas que
que había querido escribir
y no

no se puede
no se puede negar
lo que hace cuerpo
frente a un incendio:

ella
la que miró atrás
(dije)
alguna vez
(o lo escribí)
y entonces algo
algo pasó
y fue caída y silencio.
el verso se hizo niño
después semilla
un cuento de Carpentier leído de pequeña

(no sé ni cómo leía cosas así)
mientras
(dije)
adelgazaba lo que sería añoranza
de regresar a la humedad
del resto de una lluvia
en la que

(dije)
"los pájaros se guardan".
silencio fue
y
empezaron los ejercicios sobre obrar con lo que se queda diciendo un diálogo absurdo ansioso sin pausas y pausas también (pero más)

hasta que la vida se quedó frente al sol
sin tocar
el sol del corazón de los Hombres.
entonces heme aquí Casandra que ve todo lo que otros no creen oír.
heme aquí como quien ya no quiso, Casandra, más que esas madreselvas que entran por la ventana como dejos de unas otras de otra vida.
(error dar pistas del ahora del poema)lúcido, Proust, Roberto
"porque ni la lengua del tiempo
podrá arrastrar
lo que no le pertenece"
(recordé)
irme
fue
esto
que también aquí
...........................empequeñece
humilde la piedra refulge en el jardín bajo la luz azul del foco
(¿error dar pistas del ahora del poema?)
me gustaría decirte azul y que la vieras de azul
y que supieras:
la piedra no está es la cáscara del mundo la que la envuelve frente a tus ojos
...........................................................................................................Casandra
la pule
así
y es
el silencio de esta noche del ahora del poema.
regresará.
oirá otra vez eso que no
que no podrá tocar del corazón de los Hombres.

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