MARINA CASADO: “A veces me parece que hay más "poetas" que lectores de poesía. El coloquialismo poético que triunfa en las redes es, para mí, algo muy distinto de la poesía. Ni mejor ni peor: diferente.”

27.06.2020

CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"

Por Víctor Coral.
 

-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... De tenerla, ¿cuál es la tuya?

La primavera en el patio de mis abuelos, cuajado de flores, allá en mi lejana infancia. El sol, mi madre cosiendo en un rincón. Yo dibujando princesas y gatos en mi libreta. Es la definición más exacta de felicidad, de despreocupación. Toda la infancia podría serlo.

-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.

Mi primer libro, Los despertares (2014), lo financió la editorial, Ediciones de la Torre. Tenía 24 años. No tuve que aportar ningún dinero, José María de la Torre confió en mi talento y me dio una oportunidad. Eran poemas que llevaba escribiendo desde los 17 años. Antes de ese libro había publicado textos sueltos gracias a premios como el Rafael Morales de la Universidad Carlos III de Madrid o el del IES José Hierro.

-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?

Participo en todo lo que puedo. Vivimos en una época en la que es muy difícil tener visibilidad en la escritura y la calidad de tu obra no es garantía suficiente. Un reconocimiento público siempre ayuda, aunque creo que, para hacer carrera poética, lo importante es no dejar de formarse, de leer, de explorar nuevos caminos. Un poeta no puede estancarse.

-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?

Confieso que con la poesía latinoamericana me pasa como con la española: me falta profundizar en las corrientes contemporáneas. Mis grandes referentes latinoamericanos (Rubén Darío, Alejandra Pizarnik, César Vallejo, Vicente Huidobro, Octavio Paz...) pertenecen al siglo XX. Por entonces, la poesía latinoamericana y la española avanzaban muy paralelamente. Desconozco cuáles pueden ser las influencias actuales, pero creo que sigue presente ese fructífero diálogo con España.

-Cuáles son para ti los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?

En España, para mí, José Manuel Caballero Bonald. Pertenece a la Generación del 50 y su obra combina la perfección formal con la emoción, sin descuidar el ritmo, la lírica. Hay otros grandes poetas vivos, pero me gustaría destacar éste por la importancia que ha tenido en mi propia formación poética.

-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?

Todo es bienvenido mientras no rompa con la esencia misma de la poesía. Al final, las distintas facetas artísticas van siempre de la mano: la música, la literatura, el teatro, la pintura. No creo en compartimentos estancos sin más. Hay más poesía en una canción de Silvio Rodríguez que en muchos poemas de autores contemporáneos.

-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?

Muchos poetas son también críticos literarios. Yo misma he escrito reseñas sobre diversas obras. Se puede aprender mucho haciendo crítica, fortalecer tu propio quehacer literario. Como poetas, no debemos olvidar que los críticos son seres humanos y no dioses. Hay que concederle a todo la justa importancia: una crítica destructiva de tu obra no es motivo para dejar de creer en ella, así como otra excesivamente elogiosa no ha de otorgarte una confianza infinita. La clave está en tratar siempre de seguir aprendiendo, en considerar que todo es mejorable.

-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?

No me atrevo a hacer afirmaciones rotundas por no caer en el elitismo, pero creo que la poesía no puede ser cualquier cosa. La lírica debe estremecer de algún modo los sentidos; no quedarse en la superficie, en lo fácil. El problema de muchos autores contemporáneos es que no han leído o no han leído lo suficiente. A veces me parece que hay más "poetas" que lectores de poesía. El coloquialismo poético que triunfa en las redes es, para mí, algo muy distinto de la poesía. Ni mejor ni peor: diferente. Establecer esta diferencia de género es necesario.

-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?

Desde niña siempre he leído mucho. Creo que es fundamental antes de ponerse a escribir. Respecto a la escritura, no me la tomo como una obligación ni le dedico unas horas fijas. Escribo cuando me apetece escribir y cuando mis compromisos profesionales me lo permiten. Bastante a menudo, la verdad. Quizá en la narrativa sea más necesario establecer una rutina de trabajo, pero no lo veo necesario en poesía.

-Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente en computadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con una imagen, un tema específico?

No tengo una rutina fijada. Escribo allí donde me viene la inspiración: puede ser un cuaderno, el margen de unos apuntes o incluso la aplicación de notas del móvil. Pero me resulta más fácil escribir en el ordenador, por aquello de que puedo borrar más fácilmente... Los poemas surgen, en efecto, a partir de imágenes, de recuerdos. No los planifico, dejo que fluyan; tampoco tardo demasiado en escribirlos. El mío es un proceso muy intuitivo, para bien o para mal.

-Si quieres puedes compartir un poema inédito.


La otra orilla

No tengo nada más

que confesaros.

Se me agrietan los labios así,

mirándoos tan lejos, desbaratando el mar

en busca de respuestas.

El mar junto al que nunca paseamos.

No supisteis quererme en el eclipse

ni acariciar el luto de mis ojos

y aliviarlo con pájaros o con recuerdos.

La otra orilla del amor

desemboca en los dientes de la indiferencia.

Pero cualquier huida

termina devorándonos.

Marina Casado


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