Miguel Ángel Feria: “La mirada crítica importa aplicarla, sobre todo, a la creación poética propia. Nos ahorraríamos todos muchos disgustos.”

11.07.2020

CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"

Por Víctor Coral.
 

-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... De tenerla, ¿cuál es la tuya?

En mi caso, quizás tendría que hablar de imágenes acústicas, en una fase originaria no verbal; de una especie de vibración epidérmica que sobreviene en los paisajes de la infancia como un relente y que impregna el estado de ánimo al volver a recorrerlos, sea presencial, físicamente, o desde la distancia, sólo con la memoria y su órgano pródigo: el oído. Recuerdo, de chiquillo, haber escuchado cierta música en un lugar y un momento muy concretos, y sentirme arrastrado a un territorio psíquico por racionalizarse, por cartografiarse aún. Cuando me enseñaron a leer, esa misma sensación, extraña, envolvente, indescriptible, la volví a tener palabreando, musicalizando mentalmente a Juan Ramón Jiménez, a Bécquer, a García Lorca, a los primeros autores que me descubrieron en la escuela. En mi casa natal no había libros, sólo música, canciones, literatura oral. Con el tiempo todo fue siendo lo mismo, vivencia y revivencia, lo que llevaba de casa a la escuela y a la inversa, de la escuela a casa, Camarón de la Isla y Stockhausen, el Romancero y Rayuela. Todos los metales fundidos en una misma fragua interior.

-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.

Antes del primer libro nunca había publicado ningún poema, que yo recuerde. Mis amistades no formaban parte del mundo de la literatura ni de sus aspiraciones, ni siquiera a nivel muy local. Y no me atrevía aún a enviar poemas a desconocidos. Timidez, supongo, o inseguridad. El proceso de redacción de El escarbadero, mi primer libro, fue bastante precipitado respecto a los ritmos con los que normalmente se mueve mi escritura. Ocurrió durante mi primera estancia en París, curso 2005-2006, mientras comenzaba la investigación y el acopio de materiales para mi tesis doctoral. Apenas duró tres o cuatro meses en los que llegué a escribir hasta tres o cuatro poemas al día, coincidiendo con una situación personal caótica. Pero hablo estrictamente de escritura, no de concepción ni de génesis del poema. Llevaba años leyendo y estudiando con mucha intensidad, pero nunca me había sentado a escribir a la larga, con plena conciencia de conjunto. En ese momento, de repente, todas las piezas del rompecabezas empezaban a encajar, aunque la figura que presentaban no quedó menos distorsionada por ello. Aquello tuvo que ser como intentar pintar Las Meninas sobre un lienzo completamente despedazado, rajado por todas partes.

-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?

Mis dos primeros libros me fueron publicados gracias a la obtención de dos premios de poesía. En la época —en la era...— anterior a la eclosión de internet y las redes sociales, para alguien que empezaba y que no mantenía vínculos personales con ningún círculo literario ni editorial, los concursos podían ser la mejor o quizá la única manera de darse a publicar —no digo "a conocer", eso ya es otra cosa. Escribes tu libro, haces unas fotocopias, las envías a un premio y, si hay suerte, evitas el laberinto de las tertulias, los grupúsculos, los cafés, los tejemanejes del ambientillo. Todo sin salir de tu biblioteca. Se ahorra mucho tiempo y una energía que debería canalizarse íntegramente al estudio y a la escritura. Evidentemente, los concursos no son esenciales para nada, no dicen nada del valor intrínseco de una obra. Me refería exclusivamente a las vías de publicación y divulgación. Evito siempre los símiles de naturaleza deportiva o bélica aplicados a los fenómenos artísticos. 

-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?

Hoy día vivimos un proceso de deslocalización, descentralización, que convierte a cualquier poeta, independientemente de su ámbito lingüístico y su tradición cultural, en usuario potencial de un universo de influencias en continua expansión. Nunca antes como ahora la literatura y el resto de las artes habían sido tan sincréticas, mestizas, desterritorializadas, para bien y a veces para mal. Los poetas de hoy son nómadas culturales.

-Cuáles son para ti los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?

Podría comenzar a dar nombres de poetas españoles vivos que yo destacaría y no acabaría nunca, desde Caballero Bonald, a sus 93 años, hasta muchos poetas jóvenes a sus veinte y pocos, pasando por autoras de una generación dorada como Chantal Maillard, Luz Pichel u Olvido García Valdés. El espectro es amplísimo, independientemente de lo que los antiguos llamaban estilística. Pero, a grandes rasgos, suelen responder a unas mismas inquietudes: desautomatización del sistema lingüístico, dialéctica negativa, etc. Aquellos y aquellas que entienden la poesía como un sistema lingüístico en vías de verificación, o directamente no verificable.

-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?

En materia poética descreo de las fronteras y divisiones subgenéricas. Cualquier operación poemática es válida si responde a la autenticidad de su impulso creativo y no nace supeditada a las expectativas de un hipotético receptor, cuya sombra vive en continua amenaza de adquirir proporciones sobredimensionadas y perfiles dictatoriales y perrunos. Toda expectativa es a la literatura lo que la geometría a la pintura. Cuidado con ella.

-En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?

Siempre ha habido grandes poetas que han sido al mismo tiempo grandes críticos, y otros cuya crítica mejor convendría olvidar. Juan Ramón Jiménez opinaba que la literatura es un estado de cultura, pero la poesía es un estado de gracia. La mirada crítica importa aplicarla, sobre todo, a la creación poética propia. Nos ahorraríamos todos muchos disgustos. Para ello es preciso haberse agenciado un pensamiento crítico, sobre todo autocrítico, de lo contrario se bizquea y se termina esclavizado por la propia presbicia.

-Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?

Se me viene a la cabeza una cita muy graciosa —y premonitoria— de Arthur Cravan: "Pronto no veremos en la calle más que artistas, y será lo más difícil del mundo descubrir allí a un hombre". Todo poeta tiene, o debería tener, su propio criterio sobre qué sea poesía y qué no. El problema aparece cuando se escribe con un absoluto desconocimiento de lo otro, ya sea lo precedente o lo puramente coetáneo, pero que tiene lugar en ámbitos ajenos a nuestra "zona de confort" cultural y epistemológica. ¿Quién puede levantar la voz contra la difusión y la práctica ubicua de la poesía salvo un snob, un monista, un maniqueo? ¿Quién puede afirmar que todo es poesía, salvo los falsos profetas de una teología de la liberación poética que nadie ha pedido ni necesita? Entre los polos del aristocratismo y del populismo, el rasero y los parámetros conciernen exclusivamente a la práctica lectora, crítica y escritural propias. A nadie se le obliga a leer, comprar, editar, traducir o criticar pseudopoesía. El tiempo acaba poniendo las cosas en su sitio. No queda más que lanzarse a la ocupación de tu tiempo y tus espacios de creación, llámense revistas, blogs, aulas creativas, facultades, festivales, antros etílico-festivos o el sofá de tu casa. 

-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?

Leo todo el tiempo del que dispongo fuera de las obligaciones cotidianas. No suelo escribir sistemáticamente, solamente cuando de verdad siento la imposibilidad de no hacerlo, cuando las palabras me van aislando en su franja sonora y sacándome de la existencia social sin que pueda hacer nada para evitarlo. Puede ocurrirme cada día durante semanas, o puede no ocurrir en tres o cuatro meses. No depende de mí, y con ello no estoy apelando a la inspiración, al rapto poético ni a nada por el estilo. Simplemente, a un impulso interior, no condicionado, incontrolable, que me fuerza a respirar poéticamente el mundo, más allá o más acá de su indecibilidad, más cerca de la experimentación que de la experiencia.

-Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente en computadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con una imagen, un tema específico?

Todo comienza con una sonoridad que quiere significarse en palabra. El silencio no existe, y en su centro ocurre lo poético, esa suerte de mística laica anterior a la verbalización. Todo es, todo está, todo es presencia, le délire de la presence absolue, en palabras de Breton. Si aparece en un momento en el que ando a otra cosa, intento memorizarlo para traspasarlo al primer soporte que me venga a las manos, sea papel o computadora. A veces acaba transformado en el primer verso de un poema, a veces en el último, a veces en nada. Intento no precipitarme nunca, ni tampoco me siento a escribir con un plan, una forma o un tema específico previo. Todo va adquiriendo su verdadera naturaleza a medida que se desarrolla y se transforma, muy lentamente. La energía poética no se crea ni se destruye, sólo se afina o desafina.

-Si quieres puedes compartir un poema inédito.

Comparto un poema inédito editado en mi último libro, Anarcadia, según la tercera de las acepciones que el DRAE propone para dicho adjetivo.


FIAT LUX

Homenaje a María Zambrano


Ocupando su círculo naciente

la razón

desplegara sus alas.

En haces paulatinos

perfil certero lo aparente

ansía,

en irreversible claridad la sombra muta

su plenitud por otra,

frente a sí más lucidez hasta un fulgor

de avizora verdad no soportable:

a tacto taxidérmico la luz

sentencia,

fija la representación finita,

ciego de tanta luz

replegase sus alas el búho

disecado.

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