Sergio Rodríguez Saavedra: “...en todo caso, no hay carrera, está su anverso, estar fuera de ningún lugar, contradiciéndome, a esta altura de mi vida, esencial es solo que me dejen leer tranquilo.”

15.06.2020
CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"
Por Víctor Coral.


-Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... De tenerla, ¿cuál es la tuya?

Es un patio de tierra donde nogal y parrón se entrelazan fuertemente, dejando ramas suficientes para resistir el peso de un neumático con algunas tablas atravesadas: la casa en el árbol. Allí subía libros de mis hermanos mayores sentándome a leer cualquier página con la comprensión de los siete años. Sus tareas eran sobre La Ilíada, Cien años de soledad, Elogio de la locura, cosas de secundaria. Lo hacía para no aburrirme, después de patear la pelota contra un muro y enojar al perro, lo hacía para comprender aquel mundo sorprendido de aquel lenguaje. Vivíamos en el límite con el Santiago de los 70. Mis hermanos llegaban tarde y yo estudiaba en la mañana, los escasos vecinos, también iban después de almuerzo. Ese espacio fue un lugar mágico que descubrí, en mi interior, muchos años después, en la universidad, cuando comenzó esto de la escritura.

-Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.

Fue el todo y las partes de tu pregunta. Suscrito en la niebla juntó tres unidades que, con distinta suerte, estaban escritas. Algunos poemas habían aparecido en revistas. Ya tenía la mía y colaboraba con muchas otras, incluso en periódicos haciendo reseña y crítica. También fui parte de la organización de un festival de micro ediciones. Nunca hice división entre disfrutar, trabajar o difundir la poesía. Comencé leyendo antologías y sigo siendo muy variado en mis lecturas. Disfruto tanto de T. S. Eliot como de Augusto de Campos, en chileno, gozo los poemas de Neruda tanto como los de Huidobro. Seguí en eso de la reseña varios años.Publiqué como casi todo en mi vida, por azar. Entre quienes hacían revistas se generó la convicción del necesario paso al soporte libro. Una persona con dominio en el tema revisteril y de edición, Mercedes Gamboa, junto a su pareja, eran dueños de una pequeña imprenta donde producían esos libros en miniatura que a veces se encuentran en las ferias artesanales. Empezamos a trabajar juntando materiales, abaratando costos, era un grupo grande. Se hizo todo a pulso. Al final solo publicamos Mercedes y yo.

-¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?

Sé cómo actúa nuestro medio, sin embargo, ya no lo considero importante, sino relativo. Compro libros ganadores de concursos, por ejemplo, el de Nilton Santiago, que rara vez me han defraudado a diferencia de algunos con mucha publicidad que resultaron fatales. Pero acepto las excepciones, las reglas también poseen fechas de vencimiento. Desde mi experiencia no hay dogma que funcione. Lo esencial es aquello que falta al poeta y en algún momento sucede. Participo habitualmente en concursos que exigen seudónimo, porque los encuentro más honestos que el compadrazgo que eleva autores a fuerza de publicidad engañosa, sin embargo, todos los caminos poseen desvíos a los cuales se debe estar atento. Las realidades difieren. La dialéctica de los opuestos hace que exista una crítica destructiva constante. En todo caso, no hay carrera, está su anverso, estar fuera de ningún lugar, contradiciéndome, a esta altura de mi vida, esencial es solo que me dejen leer tranquilo.

-En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?

Soy chileno, la segunda mitad del siglo veinte se llamó Nicanor Parra, recordemos que publicó Poemas y antipoemas en 1954. Tal vez Enrique Lihn, Jorge Teillier. Ahora pienso que todas las influencias, aunque exista un intercambio global, se llaman pasado y siguen operando en la escritura. Y si algo se ha desplazado ha sido hacia el lado de la teoría, lingüística dixit. Personalmente me agradan los desplazamientos -en Perú Montalbetti, en mi país Carlos Cociña, por nombrar- siempre y cuando estos se acompaña de una anécdota que genere emoción. Me falta otra vuelta de tuerca a esta idea, por hoy las grandes influencias en Chile se llaman poesía chilena, en México: mexicana y así sucesivamente.

-Cuáles son para ti los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?

Qué difícil pregunta. Digo Zurita y la historia también lo dice, posee una obra que asume y es asumida por nuestra cultura cruzando estéticas y políticas. Después releo habitualmente a Thomas Harris, Carlos Cociña y Elvira Hernández, porque conjugan las materias y el tiempo con una destreza formal que admiro. Óscar Hahn, Carmen Berenguer, Pedro Lastra con una vida ejemplar, poseen obra innegable. En la zona sur hay un Omar Lara, en Santiago, un gran desnombrado: Hernán Miranda. En general sigo más libros que autores, tengo aparte textos que considero vitales para mí y son, además, quienes movilizan la escritura: Redolés, Teresa Calderón, Julio Espinosa, Julián Gutiérrez, Leo Lobos, Paz Molina, David Bustos, Winter, González Barnert, Anwandter, Véjar, Rioseco, Alexis Figueroa, Formoso, incluso extranjeros que viven acá: Calabrese, Eleonora Finkelstein, Damaris Calderón. Es un libro o dos los que provocan esa admiración con la cual dialogo constantemente. Me faltan nombres: Velmar, Sanhueza, el Contradiccionario de Llanos Melussa, puedo seguir toda la tarde. Elikura Chihauilaf. Destaco, releo, porque son parte de mi hacer y rehacer del día a día.

-¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?

Bueno, fueron un delirio juvenil para mí, una respuesta a la incapacidad propia y del lenguaje de decirse sobre uno mismo en el poema. Tuve vanos intentos. De hecho, tengo aún en la biblioteca y en archivos varias cosas de la poesía concreta brasileña, el Huidobro más radical, Joan Brossa, etcétera, que, finalmente, decanté en poesía donde pensamiento crítico y emoción tuviesen cierto equilibrio, si eso es posible en nuestra subjetividad. Hoy, claramente prefiero a quienes hacen mucho con muy poco.

En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?

Bolaño se reía de esa pretensión de la crítica literaria, por lo demás bastante replegada sobre sí misma. En cierta medida percibo una confusión entre dos conceptos distintos como es la producción (producción de un gesto poético) y la instalación de autor en un medio público. Creo que, ahora y en todo momento, vale mucho más otro ejercicio: el autocrítico.

 Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?

Hace tiempo se ve el relativismo ¡si lo sabrán los políticos! Me incomoda más la proliferación de discursos con una egolatría contrastante a lo que admiro de la poesía: la sencillez. Discursos masivos que no trepidan en expulsar al distinto, donde, a lo menos yo, encuentro la belleza, "la belleza de lo terrible" diría Zurita. Como si fueran grandes jardineros sembrando una y otra vez la misma semilla. Byung-Chul Han lee bien este proceso, tanto de los medios como desde el jardín que cultiva en Alemania. Que existan muchos no es el problema, el problema es seguir creyendo que solo hay una flor.

-¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración? 

Nunca creí en la inspiración, me parecía algo impostado. Más bien fue una pulsión lo que me llevó a escribir, quizás algo cercano a la fe. Y la fe no requiere momentos de inspiración, se lleva dentro. Después necesité tiempo: necesito leer, reflexionar diariamente. Soy algo introvertido, disfruto revisando frases, me quedo (Piglia me odiaría como lector) un rato largo adentrándome en el texto, que se pueda abrir en mí, además necesito silencio y si no hay silencio demoro. Mi familia dice que es una maña, yo les digo que, antes de los tutoriales, para escribir se necesitaba algo llamado meditación. En fin, uno se hace de hábitos tanto como de recuerdos y, como ellos, nunca se van.

-Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente en computadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con una imagen, un tema específico?

Disfruto con los temas como si fueran canciones en una radio vieja. Cambio de cantantes, pero la música es la misma. Cuando tengo un concepto lo expreso en escritura hasta donde alcance: horas, días, años. Hay libros que he terminado después de mucho tiempo, como Patria negra Patria roja, que recién tuve la lucidez para cerrarlo quince años después, en cambio mi último libro fue más concentrado: Días como peces, que por la pandemia todavía no puedo tener en mis manos (se editó por Buenos Aires Poetry) es simplemente la historia, el recuerdo de un nieto por su abuelo con fondo de pueblo que desaparece por la contaminación, la memoria: ese, mi gran tema. Y fue más concentración que tiempo. Me defiendo en varias áreas, puedo sobrevivir perfectamente en el afuera, la debilidad está al abrir cualquier envase y cualquier artefacto eléctrico. Por eso, respondiendo a tu pregunta, es importante un buen computador, un respaldo. Sobre la metodología que esbocé al principio, agregaría que, si no poseo tema, entonces corrijo y corrijo. Afortunadamente estoy en un proceso de economía de lenguaje, muy pausado, intentando, incluso, hablar desde el silencio.

-Si quieres puedes compartir un poema inédito.

Uno que va en Días como peces y no se ha publicado en ningún formato, que es algo como esta contradicción que soy.


***

El otro lado
 de la pecera

también posee agua
 animales vertebrados haciendo la misma rutina

hacia este horizonte
                                    hasta aquel abismo

ojos que miran el límite
 sin comprender la contradicción
 que encierra un espacio abierto
 repleto de fronteras

El otro lado
 de mi pensamiento
 está en la pecera

nadando hacia este horizonte

buscándome en aquel abismo

Sergio Rodríguez Saavedra

Santiago de Chile, junio, 2020.

 


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