ANDRÉS URZÚA DE LA SOTTA: “La poesía, y de esto sí estoy convencido, tiene vocación pública. No es solo un discurso privado, para cantarle a la polola o los amigos.”

28.04.2020

CICLO DE ENTREVISTAS "CUARENTENA POÉTICA"

Por Víctor Coral.


Muchos poetas suelen tener una imagen poética primera. Algo así como el primer recuerdo relacionado con la poesía, un escenario poético, una visión... ¿de tenerla, cuál es la tuya?

No sé si tengo algo así como un primer recuerdo o una visión en particular. Pero sin duda que mi primer vínculo con la escritura y la lectura de poesía se relaciona con el desamor y con la frustración sentimental. Curiosamente, me inicié leyendo poesía con Rodrigo Lira, Nicanor Parra y Enrique Lihn. O sea, con el grueso de la antipoesía y de su posterior eclosión. De modo que, al mismo tiempo que me sentí representado por los poemas erótico-sentimentales de Rodrigo Lira, estaba consumiendo, sin saberlo, una metapoesía muy radical, cargada de intertextualidad y de ironía acerca de la figura del poeta. Creo que de alguna manera eso condicionó, hasta el día de hoy, mi forma de entender la poesía. Pues no concibo una poesía que no sea capaz de mirarse, de reírse de sí misma y sobre todo de ser consciente de su precariedad como medio.

Y bueno, después recuerdo que me afectaron muchísimo unos versos de Lihn. Yo diría, incluso, que me salvaron de algún modo. Le dieron sentido a mi sinsentido: <<Nada se pierde con vivir, tenemos /todo el tiempo del tiempo delante /para ser el vacío que somos en el fondo>>.


Cómo fue el proceso de escritura de tu primer libro. Publicaste poemas en revistas previamente, cómo lo financiaste.

Yo distinguiría entre el proceso de escritura y el de la publicación. Creo que ambas cuestiones son muy distintas y, por lo general, responden a lógicas y factores que a menudo llegan a ser antagónicos. En el caso de mi primer libro, titulado Galería, la escritura fue creciendo desde un corpus inicial que estaba muy vinculado con la evocación de imágenes a través del verso. Pero no de construir siluetas de objetos con la disposición de los versos, a la manera de los caligramas, sino de sugerir, evocar o describir escenarios visuales con la palabra, casi a la manera de las artes visuales. Aquí una muestra de mi primer libro:

Abres la puerta:

un cono naranja

en una habitación blanca.

En el suelo, cenizas

y la sensación de haber ingresado

al eco de una fiesta:

una mosca rebota con su reflejo en la ventana.

De ahí la idea de publicar un libro titulado "Galería": algo así como una exposición de poemas con clara vocación visual. Incluso pensé en su momento hacer una exposición del libro, en vez de un lanzamiento tradicional. Pero la idea no prosperó. Y el libro, de hecho, nunca fue lanzado. En cuanto a la publicación, la financié yo. Por suerte había obtenido un par de premios literarios que me permitieron solventar parte del costo. Y también, para financiar la publicación, cometí el error de vender un libro que había heredado tras la muerte de mi abuelo: la edición clandestina del Canto General de Pablo Neruda, con pie de imprenta falso.

Y claro, publiqué algunos poemas de ese primer libro en dos revistas virtuales:

  • La Cabina Invisible (https://lacabinainvisible.wordpress.com/2012/06/27/galeriaurzua/)
  • Cyber Humanitatis (https://cyberhumanitatis.uchile.cl/index.php/RCH/article/view/578/487).

¿Qué opinas de los concursos de poesía? ¿Participas de ellos? ¿Crees que es esencial para hacer lo que llaman una "carrera poética"?

No tengo una opinión muy fundada. Creo que cada concurso, e incluso cada versión de cada concurso, es un mundo en sí mismo. Y ese mundo depende de la calidad literaria y de la idoneidad ética del jurado. Si el jurado es bueno, el concurso debiera ser bueno. Pero claro que participo de ellos. No porque sean esenciales para hacer una carrera literaria, sino por una cuestión de recursos. Y a veces también para ver si mi escritura tiene algún peso específico, si algún poeta destacado es capaz de valorarla como discurso. Porque al final la poesía no es personal, como dice Wallace Stevens. La poesía es un discurso público. O al menos pretende serlo.

En términos generales, desde la segunda mitad del siglo veinte la gran influencia de la poesía latinoamericana se desplazó de la poesía española hacia los clásicos del idioma inglés (Eliot, Pound, otros). ¿Cuáles crees que son las influencias actuales?

No me atrevería a ser taxativo en este punto. Siendo muy generoso, dentro del universo de la poesía latinoamericana yo probablemente he leído alrededor del 0,0000000001 por ciento. De modo que difícilmente podría decir cuáles son las influencias actuales. Pero, como todo lector, tengo algunas intuiciones. Tal como dices, al menos en el pequeño universo de la poesía chilena, creo que la influencia se desplazó hace largo rato de la poesía española y de la poesía francesa a la poesía anglo, y particularmente a la norteamericana. Más precisamente, a autores relacionados con el Objetivismo, como William Carlos Williams, Charles Reznikoff y George Oppen, entre otros. Es probable que esta influencia haya sido reforzada por autores como Gonzalo Millán, en Chile, o como Joaquín Giannuzzi en Argentina. O por José Watanabe en Perú.

Otra influencia que me parece relevante es el giro hacia lo popular, al menos en el caso de Chile. Por lo que no descartaría ampliar el eje de referencias a expresiones que están fuera de lo literario. Pues la poesía no se nutre únicamente de libros y de literatura. Más aún, parte de la poesía chilena está cargada de referencias al cine, a la música, a la TV, a la prensa. Por lo que me gustaría pensar que una referencia fundamental que irrumpe en la poesía latinoamericana durante el siglo XX es el pop, rompiéndose definitivamente las fronteras entre lo culto y lo popular. Y también la vuelta hacia formas populares de expresión poética, antes ignoradas o menospreciadas. Como la lira popular o el canto a lo poeta, al menos en Chile.

¿Cuáles son para ti los poetas vivos más importantes de tu país y por qué?

Me resisto a decir <<Zurita>>. Es lo primero que se me viene a la cabeza al leer esta pregunta. Y no por su poesía. Es indudable que algunos de sus libros son de lo más significativo que se ha publicado en Chile en las últimas décadas. Me resisto, más que nada, porque su tono grandilocuente y su lugar en la cultura oficial remiten a un tipo de poeta que yo quisiera dar por superado en el siglo XXI.

Así que me atrevo con cuatro nombres: Carlos Cociña, Elvira Hernández, Bruno Vidal y Rosabetty Muñoz. Los dos primeros creo que vienen haciendo escuela hace largo rato en Chile. Muchas veces son más contemporáneos que los poetas jóvenes. Y su actitud y generosidad son encomiables. Son enormes y no se han comprado el cuento. O si se lo han comprado, no se les nota. Y sus obras son extraordinarias. Cada nuevo libro que publican es una apuesta y una poética en sí misma. El caso de Bruno Vidal es delicado. La mala lectura que se ha hecho de su obra, sumada a lo complejo de su figura y a sus peligrosos juegos de representación, le han hecho un flaco favor. Pero sus poemas son de lo más brutal que he leído en mi vida. De hecho, me atrevería a decir que de todos los libros que he leído de estos cuatro autores, Libro de guardia, de Bruno Vidal, es el texto que más me ha remecido. Y bueno, Rosabetty Muñoz es una autora que sin renunciar ni renegar de su provincia, se ha hecho un lugar en el centro de la poesía chilena. Y sus libros miran siempre hacia afuera, a las problemáticas sociales más cotidianas, al entorno físico y humano. Y siempre está el colectivo y los problemas sociales por sobre el individuo en su poesía.

¿Qué opinas de las opciones poéticas metaescriturales, digamos poesía sonora, poesía visual, etc?

Ese más allá de la poesía metaescritural me interesa. Al menos yo me estoy planteando constantemente la posibilidad de desplazar mi proyecto escritural hacia lenguajes más híbridos. De abordar, siempre con la palabra, otras posibilidades de expresión. Sobre todo en un mundo como el actual, donde los medios están a la mano. De hecho, dos de mis libros creo que se relacionan con esto que estás preguntando. El primero, publicado en 2015, se llama Tetris. Allí la disposición visual de los versos en la página pretende evocar el movimiento del videojuego homónimo, casi a la manera de un caligrama. Por tanto, hay ahí una vocación de poesía visual. El otro libro es letra chica. Publicado en 2018, es una cajita que tiene tarjetas en su interior, las cuales están impresas en letra muy pequeña (tamaño 3 o 4), y aluden a la precariedad de la palabra como medio. El libro viene con una lupa plástica importada desde China, del tamaño de una tarjeta de crédito. De modo que allí irrumpe, también, mi interés por el libro objeto, que quizá sea otra forma de materializar la poesía visual. U otra dimensión de la metaescritura.

En tu opinión cuál es la relación entre el poeta y el ejercicio de la crítica literaria. ¿Crees que la mirada crítica es importante para el poeta de hoy?

La mirada crítica es fundamental. No solo porque repercute en la socialización de una escritura, es decir, en su irrupción en los medios de comunicación y en la academia. Sino porque permite articular un diálogo acerca de la filosofía de la poesía (un diálogo estético, en definitiva). Permite comprender y sopesar la escritura en función del contexto social, cultural y/o literario, propiciando la generación de un discurso acerca de la realidad y de lo humano. Los poetas necesitamos del retorno crítico. Sin él no hay recepción y sin recepción no hay intervención de la poesía en la esfera de lo público. Y sin esa recepción no hay diálogo. Entonces la poesía, o cualquier libro publicado, se convierte en un puñado de hojas cargadas de tinta, que no dialoga ni se relaciona con el otro ni con la realidad. Porque la poesía, y de esto sí estoy convencido, tiene vocación pública. No es solo un discurso privado, para cantarle a la polola o los amigos. Sobre todo si adquiere la forma del libro y, por tanto, llega a ser publicada. Publicar es acceder a lo público. Y eso implica una responsabilidad social, un hacerse cargo de lo público.

Internet ha propiciado o, por lo menos, ha revelado una difusión y práctica inusitada de la poesía. Cada vez hay más poetas en todos lados y ya casi se pierde en el relativismo el ejercicio poético. ¿Crees que no se puede decir a nadie que no es poeta o consideras necesario establecer un rasero, un parámetro?

No tengo vocación de juez. Para nada. Y ni siquiera tengo muy claro lo que es la poesía ni lo que es o debiese ser el poeta como para establecer parámetros. Tanto la poesía, como cualquier otro oficio o actividad, se están reformulando constantemente en un mundo vertiginoso como el actual. De modo que intentar establecer un rasero o una norma valorativa, me parecería algo iluso y ficticio. O incluso algo autoritario e interesado. Los que hacemos cierta poesía, perfectamente podríamos decir: <<esto que hago yo es poesía y esto otro no lo es>>. Pero ese juego me parece mezquino y creo que responde más a luchas de ego que a otra cosa. O a posicionamientos y estrategias de marketing. Porque, además, si repasamos la poesía, si miramos hacia atrás, nos vamos a encontrar con escrituras muy anómalas, que quizás muchos, en su cerrazón mental y moral, difícilmente aceptarían como "poesía". Por lo general, esos juicos categóricos son propios de autores profundamente conservadores, de personas que aún desconocen obras poéticas anómalas que han sido fundamentales o de polemistas adictos al marketing y a la carrera por el poeta número uno.

¿Cuánto tiempo dedicas a la escritura y a la lectura? ¿Los practicas diariamente o te sometes a los dictados de la inspiración?

Si sumamos lectura y escritura, me atrevería a decir que sí, las practico diariamente. Y no, por ningún motivo me someto a los dictados de la inspiración. Esa imagen de la musa, ese romanticismo, es lo más lejano a lo que quiero entender por poesía. A mí me hace mucho sentido lo que dice Víctor Jara: <<Yo soy un trabajador de la música, no soy un artista. El pueblo y el tiempo dirán si yo soy artista. Yo, en este momento, soy un trabajador. Y un trabajador que está ubicado con conciencia muy definida>>.

Yo quisiera, por tanto, ser un trabajador de la palabra. Y un trabajador situado, consciente de mi lugar, de mi procedencia, de mi responsabilidad social y sobre todo de mis privilegios. Ni más ni menos que eso.

Explícanos algunos detalles sobre tu proceso creativo. ¿Escribes a mano o de frente en computadora? ¿Cómo surgen los poemas en ti, empiezan con el primer verso, con una imagen, un tema específico?

Yo soy extremadamente mental y lógico para escribir. Mi proceso es una verdadera lata. No tiene nada de "poético". Sospecho que se parece más al método de un tesista que al de un poeta tradicional. Porque yo asumo la escritura como una especie de investigación. Luego de un par de intuiciones iniciales y quizás de un par de esbozos textuales con apariencia de poema, escojo un tema, lo abordo y me sumerjo en él. Entonces "lo poético" y mi subjetividad van emergiendo durante ese proceso. Me voy nutriendo de lo que encuentre relacionado con el tema. Mucho Internet y mucha lectura de textos literarios relacionados. Como que me armo un estado del arte inicial y lo consulto. Leo los textos poéticos relacionados, indago mucho en mi memoria y voy construyendo. Generalmente intento que mi subjetividad, si es que aparece, quede sumida en una historia colectiva. Ese, quizás, es mi pie forzado: no ser tan egocéntrico como para que mi historia personal o mi intimidad protagonicen el texto. Sino situarlos como un decorado más de un escenario mayor, el cual trato de que, por lo general, se relacione con la historia de mi país y con las pequeñas historias de personas comunes y corrientes. Esa sería una forma de definir mi proceso de escritura actual.

Y respecto a lo otro: las anotaciones al paso las escribo en el bloc de notas de mi celular. Y siempre me siento a escribir en el computador. Más aún: incluso estoy experimentando con escribir directamente en Indesign y abandonar, quizás definitivamente, el Word.     

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